“Nunca, nunca, nunca más en este
hermoso país revivirá la opresión de un hombre por otro, el sol nunca se pondrá
sobre tan gloriosa conquista humana. Dejemos reinar la libertad. Dios bendiga
África”. Con
estas palabras pronunciadas el 10 de mayo de 1994 en la ceremonia de
investidura tras las primeras elecciones en libertad, las cuales dieron la
victoria al Congreso Nacional Africano, Nelson Mandela puso fin a la larga historia
de violencia de su país: Sudáfrica.
Nelson
Rolihlahla Mandela nació en Mvezo, en la provincia oriental de El Cabo
(Sudáfrica). Pertenecía al clan Madiba y fue uno de los trece hijos que tuvo su
padre Gadla Henry Mphakanyiswa con sus cuatro esposas.
Después
de finalizar la enseñanza secundaria, comenzó a estudiar en el Colegio
Universitario de Fort Hare para obtener su título de bachiller en Artes. Allí
fue elegido miembro del Consejo de Representantes Estudiantiles, siendo
expulsado junto con un compañero, por participar en una huelga estudiantil. Se
trasladó a Johannesburgo, donde en 1941 completó sus estudios de bachillerato.
Más tarde estudió Derecho en la universidad de Witwatersrand, donde se graduó
como abogado.
DESGRACIAS FAMILIARES
Se
casó tres veces, teniendo seis hijos. De su primera esposa Evelin Ntoko Mase,
se divorció en 1957 después de 14 años de matrimonio. Una hija de ambos murió
en edad de lactancia.
Su
primer hijo Madiba Thembekili, falleció en 1969 en un accidente
automovilístico. El 6 de enero de 2005 murió el segundo hijo de Mandela y de su
primera esposa, Makgatho Mandela, a la edad de 54 años en Johannesburgo, a raíz
de una enfermedad asociada al sida. Era abogado y hombre de negocios.
Después
de 38 años de matrimonio con Winnie Madikizela, se separó a causa de escándalos
políticos en 1992 y finalmente se divorció en 1996. Con Winnie tuvo dos hijas,
Zenani y Zindziswa. Esta mujer se implicó mucho en política y fue de gran apoyo
para Mandela, dado que era la única persona que podía visitarle dos veces al
año durante su estancia en prisión.
En
su 80 cumpleaños, en julio de 1998, contrajo matrimonio con Graça Machel, viuda
del antiguo presidente de Mozambique y patrocinador del ANC, fallecido en
accidente de aviación.
Nelson
Mandela siempre fue un apasionado de la música clásica de Georg Friedrich
Händel y Piotr Ilich Tchaikovsky, la cual solía escuchar disfrutando de los
atardeceres.
ACTIVIDAD POLÍTICA
Después
de la creación del Partido Nacional Sudafricano en 1948, con su política de
segregación racial (apartheid),
Mandela cobró importancia dentro del Congreso Nacional Africano, especialmente
en la Campaña de desobediencia civil de 1952 y el Congreso del Pueblo de 1955,
en el que la adopción de la ”Carta de la Libertad” proveía el programa
principal en la causa contra el apartheid.
Durante
esta época, Mandela y su amigo el abogado Oliver Tambo dirigieron un despacho
de abogados que proporcionaba consejo legal de bajo costo a muchos negros que
de otra manera no hubieran tenido representación legal.
Inicialmente
comprometido con los métodos no violentos de resistencia, y siguiendo la
inspiración de Gandhi, Mandela y otros 150 compañeros fueron arrestados el 5 de
diciembre de 1956 y sentenciados a prisión, la cual cumplieron desde 1956 hasta
ser liberados en 1961, cuando se les declaró no culpables.
Entre
1952 y 1959, el Congreso Nacional Africano sufrió una ruptura y surgió una
nueva clase de activistas negros, los africanistas, en demanda de acciones más
drásticas contra el régimen segregacionista. La dirección del Congreso Nacional
Africano, liderada por Albert Lutuli, Oliver Tambo y Walter Sisulu, sintió no
sólo que los acontecimientos se precipitaban, sino también que su liderazgo
comenzaba a estar en juego. En consecuencia, reforzaron su posición mediante
alianzas con pequeños partidos políticos de diversa representación étnica,
intentando aparecer con horizontes más amplios que los africanistas.
En
1959, el Congreso Nacional Africano perdió su soporte militante cuando la
mayoría de los africanistas, con apoyo económico de Ghana y ayuda de los
Basotho en el Transvaal, se separaron para formar el Congreso Pan-Africano
(PAC).
En
marzo de 1960, tras la masacre de Sharpeville sufrida por los activistas del
PAC, y la consecuente excusión política del SACP y el ANP, ambos se sumaron al
Movimiento de Resistencia Africano (renegados liberales), y el PAC comenzó la
resistencia armada. El ANC/SACP utilizó la Conferencia Pan-Africana de 1961, en
la que todos los partidos decidieron una estrategia común, para una dramática
llamada de Mandela, anunciando la formación del comando Umkhonto we Sizwe (Lanza de la nación), a imagen de los
guerrilleros judíos. Dicho comando fue dirigido por el propio Mandela, quien
estuvo involucrado en el planeamiento de actividades de resistencia armada.
Comenzó a atacar instalaciones del Gobierno y objetivos policiales.
Mandela
abandonó en secreto el país y se encontró con los líderes africanos en Argelia
y otros lugares. Empezó a descubrir la profundidad del apoyo al Congreso
Pan-Africano, y la creencia generalizada de que el Congreso Nacional Africano
era una pequeña asociación tribal manipulada por blancos comunistas. Volvió a
Sudáfrica decidido a reorganizar los elementos nacionalistas africanos en la
alianza parlamentaria.
Fue
detenido y en noviembre de 1962 condenado a cinco años de cárcel por delitos de
incitación a la huelga y de abandono ilegal del país.
Aquel
mismo año, Mandela conoció al emperador de Etiopía Haile Selassie y al coronel
argelino Houari Boumediene.
En
octubre de 1963, estando recluido en la prisión central de Pretoria, la
Fiscalía amplio su causa criminal con cargos de sabotaje, terrorismo y
conspiración para derrocar al Gobierno mediante una revolución interna y una
invasión de fuerzas extranjeras.
EL JUICIO DE RIVONIA
El 9 de octubre de aquel mismo
año tuvo lugar el conocido juicio de Rivonia, (población próxima a
Johannesburgo), donde Mandela compartió banquillo con otros siete altos
dirigentes del CNA y del Partido Comunista de Sudáfrica,
En
el proceso, Mandela se defendió a sí mismo en un brillante discurso de cuatro
horas en el que retaba al Gobierno a acabar con su vida, declarándose no
culpable de las causas que le imputaban, pero afirmando ser “culpable de luchar por los derechos humanos
y la libertad, culpable de luchar contra las leyes injustas, y culpable de
luchar por su pueblo oprimido”, Sabía que se arriesgaba a que le condenaran
a muerte, pero eso no le atemorizó.
Mandela
finalizó su declaración con estas palabras: “He
dedicado toda mi vida a la lucha del pueblo africano. He luchado contra el
dominio blanco y contra el dominio negro. He abrigado el ideal de una sociedad
democrática y libre en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con
igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero ver
realizado. Pero, si fuera necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a
morir”.
Junto
con otros dirigentes del CNA y del Partido Comunista fueron condenados a cadena
perpetua, siendo trasladados a la cárcel de máxima seguridad de Robben, donde
quedaron instalados en unos módulos de aislamiento para presos políticos. A
Mandela se le asignó el número de prisionero 466/64.
Estaba
prohibido pronunciar su nombre y no se permitió fotografiarle. Sin embargo, se
convirtió en el principal símbolo del movimiento de resistencia negra en
Sudáfrica.
Las
condiciones de reclusión fueron muy duras. Los prisioneros eran segregados por
razas y los negros recibían menos raciones. Los presos políticos eran separados
de los delincuentes comunes y tenían menos privilegios. Mandela sólo podía
recibir una visita y una carta cada seis meses.
NEGOCIAR SI, PERO NO A CUALQUIER
PRECIO
En
marzo de 1982 fue trasladado a la prisión de Pollsmoor, situada en un barrio de
Ciudad El Cabo. Una prisión más confortable, lo que hizo comprender a Mandela que
quizá había llegado el momento de dar un paso adelante. A pesar de contradecir
las consignas del CNA, que abogaban por no ceder a las negociaciones hasta que
se suspendieran las leyes contra el apartheid
y se liberase a los prisioneros políticos, se convenció de que sólo la
negociación era el camino, pero no a cualquier precio.
En
1985, el presidente sudafricano Pieter Willen Botha le ofreció la libertad, si
renunciaba a la lucha armada. La respuesta fue inmediata, haciéndole llegar un
mensaje diciendo que “sólo los hombres
libres pueden negociar”.
Tras
ser operado de próstata en el Volk Hospital de Ciudad El Cabo, mantuvo los
primeros contactos con el Gobierno.
La
dimisión de Botha en febrero de 1989 y la subida al poder de Frederik De Klerk,
facilitaron las negociaciones sobre la base de la eliminación del apartheid y
la convocatoria de elecciones generales libres y democráticas.
AL FIN, LA LIBERTAD
El
11 de febrero de 1990, al abandonar la cárcel después de 27 años, sus primeras
palabras fueron: “Vuestros incansables y
heroicos sacrificios, han hecho posible que yo esté hoy aquí. Por eso, pongo en
vuestras manos los años que me quedan de vida”.
¡Dios
bendiga África! gritó la multitud que le aclamaba.
Su
salida de la prisión coincidió con un momento especialmente difícil. Su
liberación podía haber arrastrado al país a una guerra civil. Sin embargo, una
vez más su visión de Estado y su actitud conciliadora sirvieron para que
Sudáfrica iniciara la senda de la reconciliación y el entendimiento, muy a
pesar de los resquemores y las múltiples dificultades que existían.
Por
su parte, el presidente Frederik De Klerk, artífice de su liberación, también
dio muestras de una extraordinaria nobleza.
La
serenidad y, por supuesto, su capacidad de adaptación para no perder de vista
el objetivo en los momentos más delicados del fin del apartheid, permitieron hacer una transición pacífica y organizar
las primeras elecciones libres y democráticas del país.
Tras
ser elegido como el primer presidente negro de Sudáfrica, Mandela y De Klerk
recibieron el Premio Nobel de la Paz. Para él, aquel premio era un homenaje a
todos los sudafricanos que lucharon pacíficamente por la democracia.
En
junio de 1999, con la toma de posesión de su nuevo sucesor, Thabo Mbeki, el
propio Mandela se despidió de las instituciones del Estado, aunque no de la
vida pública, ya que siguió siendo un gran mediador en la pacificación del
continente. Trabajó junto con varias Fundaciones por el bien común, la
protección a la infancia, la educación a los jóvenes sin recursos y la lucha
contra el sida.
En
2004 anunció su retirada de la escena pública. Al año siguiente, sus palabras
apoyando la campaña mundial de Acción contra la pobreza dieron la vuelta al
mundo. “Al igual que la esclavitud y el
apartheid, la pobreza no es un fenómeno natural. La causan los seres humanos y
acabar con ella no es un gesto de caridad, es un acto de justicia. Es proteger
un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida decente.
Mientras siga habiendo pobreza, no habrá verdadera libertad”
En
los últimos años tuvo diferentes problemas de salud, derivados principalmente
de su estancia de 27 años en prisión, y de su avanzada edad. En 2011 fue
hospitalizado con una infección respiratoria. Al año siguiente volvió a ingresar
en el hospital por sus problemas respiratorios. Después de que a principios de
2013 se le realizara una operación quirúrgica con éxito, fue de nuevo
hospitalizado en Pretoria en el mes de junio por una infección pulmonar. Días
después se comunicó que tenía paralizados el 50% del hígado y los riñones,
revelándose que había permanecido tirado en una carretera con un paro cardíaco
por una avería en la ambulancia que le transportaba la última noche de su
ingreso hospitalario. Su estado llegó a considerarse como muy crítico.
Mandela
ha escrito con su vida y su trayectoria política las páginas más gloriosas de
un dirigente africano y ha sido, al mismo tiempo, un ejemplo para todo el mundo
como político coherente y honesto.
Toda
la humanidad llora la pérdida de Nelson Mandela, pero no debemos llamarnos a
engaño, Madiba no ha muerto. Sigue vivo y la Historia le ha abierto los brazos
para toda la eternidad.