UN HÉROE DE LAS CRUZADAS
Balduino IV fue rey de
Jerusalén aunque su reinado apenas si duró once años, padecía lepra y su mala
salud condicionó de forma extraordinaria su existencia, no obstante, fue uno de
los personajes destacados durante las Cruzadas.
Hijo de Amalarico I de
Jerusalén y de su primera mujer, Inés de Courtenay, era descendiente de la Casa
de Château-Landon, pasando su niñez y juventud en la corte de su padre en
Jerusalén, manteniendo poco contacto con su madre, la condesa de Jaffa y
Ascalon (y posteriormente señora de Sidón), de la cual su padre se había visto
obligado a divorciarse.
Balduino IV fue educado
por el historiador Guillermo de Tiro (que luego se convertiría en arzobispo de
Tiro y canciller del reino), quien descubrió que el niño padecía lepra: un día
cuando estaba jugando con sus amigos a pincharse en los brazos, observó que
Balduino no sentía dolor cuando los demás le pincharon. Guillermo reconoció de
inmediato la enfermedad del futuro rey.
Su padre murió en 1174 y
el niño ascendió al trono con trece años. Durante su minoría de edad, el reino
fue gobernado por dos regentes sucesivos, primero Miles de Plancy, aunque de
forma no oficial, y luego por Raimundo III de Trípoli.
Dado que no se esperaba
que Balduino reinase mucho años debido a su enfermedad y tampoco tuviese un
heredero, los cortesanos y señores
buscaron como influir sobre otros herederos de Balduino: su hermana la
princesa Sibila y su media hermana la princesa Isabel.
Raimundo de Trípoli como
regente, caso a Sibila con Guillermo de Monferrato en otoño de 1176 y se les
dio el título de condes de Jaffa y Ascalón. Pero éste murió al año siguiente,
dejando a Sibila embarazada del futuro Balduino V de Jerusalén.
Ese año llegó como
cruzado Felipe de Flandes, primo hermano del rey y su pariente más próximo por
el lado paterno. Como tal, intentó gobernar por encima de la autoridad del
regente, pero la Haute Cour se lo
denegó. Felipe abandonó el reino y apoyó al principado de Antioquía.
EL GOBIERNO DE BALDUINO
Ese mismo año, Balduino
alcanzó la mayoría de edad. Contaba con pocos familiares hombres en los que
poder delegar. Inés ganó influencia y
logró que su hermano Joscelino III de Edesa fuese nombrado senescal.
En 1176 Reinaldo de
Chatillon había sido liberado de su cautividad en Alepo y entonces Balduino le
hizo señor de Kerak, una fortaleza sobre el mar Muerto.
Al año siguiente,
Balduino permitió a su madrastra, la reina viuda María Comneno, que se casase
con Balián de Ibelin. Era una alianza peligrosa, pues con el apoyo de María, la
ambiciosa familia de Ibelin intentaría casarse con las princesas Sibila e
Isabel.
Durante ese año,
Balduino obtuvo una gran victoria con Reinaldo de Chatillon a la cabeza del
ejército de Jerusalén. Saladino invadió los campos del reino creyendo atacar un
país sin defensores, pero el joven rey Balduino IV reunió a todos los
caballeros que le quedaban y se llevó la Vera Cruz. Primero fue a refugiarse a
Ascalón con un ejército reclutado a toda prisa y con sólo 350 caballeros entre
sus filas, y luego los musulmanes fueron sorprendidos por la retaguardia, lo
que provocó su derrota. Balduino había salvado su reino con la astucia y
habilidad de un gran gobernante, por ello fue recibido triunfalmente en
Jerusalén. Fue la última gran batalla ganada por los cruzados en Tierra Santa ,
antes de la capitulación de la ciudad santa, recordada como la batalla de
Montgisard.
En 1179 se libró la
batalla del Vado de Jacobo. El rey Balduino IV y los Caballeros Templarios
iniciaron la construcción del castillo de Chastellet en el Vado de Jacobo (el
tamaño que iba a establecerse para el castillo era muy similar a la gran
fortaleza de Krak de los Caballeros) el único lugar de cruce del río Jordán y
la carretera principal entre el imperio de Saladino y el reino de Jerusalén. El
castillo estaba a sólo un día de marcha de Damasco, la capital de Saladino, y
eso socavaba gravemente su autoridad por lo que no podía permitir la existencia
de una fortaleza enemiga tan cerca de su capital, por lo que el sultán decidió
atacar antes de la terminación de la fortaleza de los templarios, cogiéndoles
prácticamente indefensos. Al ver su castillo en llamas, Balduino dio marcha
atrás. Saladino desmanteló el castillo, pero no antes de que una peste maligna
devastase su ejército y matase a un número importante de sus comandantes.
En el verano de 1180,
Balduino casó a Sibila con Guido de Lusignan, hermano del condestable Amalarico
de Lusignan. Guido se había aliado con Reinaldo, el cual aprovechaba entonces
su posición para atacar las caravanas comerciales entre Egipto y Damasco.
Después de que Saladino respondiese a esos ataques, Balduino nombró a Guido
regente del reino.
Pero en 1183, Balduino,
que estaba descontento con las acciones de Guido como regente, terminó por
destituirlo, por lo que éste se retiró a Ascalón con su mujer, la princesa
Sibila.
También durante ese año
evito la conquista de Al Kerak, fortaleza de Reinaldo de Chatillon, situada a
124 kilómetros al sur de Amman a manos de Saladino, debido a que Reinaldo no
paraba de saquear caravanas de comerciantes musulmanes que pasaban por sus
territorios con motivo del pacto de paz entre cruzados y sarracenos. El colmo
fue cuando organizó una expedición en el mar Rojo, capturó la ciudad de Eliat,
obteniendo una base de operaciones contra la ciudad más sagrada del Islam, La
Meca. Saladino, el líder de las fuerzas musulmanas, no podía tolerar esto y
avanzó en contra de la fortaleza de Reinaldo. El rey Balduino inmediatamente
marchó con el ejército de Jerusalén,
acompañado por su regente, Raimundo III de Trípoli, llegó mientras las fuerzas
de Saladino continuaban luchando contra las pesadas fortificaciones. A
sabiendas de que carecían de tropas para una batalla, y que corrían el riesgo
de ser aplastados entre el ejército cruzado y los muros de Kerak, el sultán
decidió huir con su ejército.
El rey de Jerusalén
había burlado de nuevo a sus rivales musulmanes, a pesar de encontrarse muy
enfermo. Si bien la suerte de los cruzados estaba ligada a la vida del rey,
esta fue una demostración de fuerza decisiva.
ENFERMEDAD Y MUERTE
Aunque no parece que
tuviese animadversión a su hermana, en los primeros meses de 1184, Balduino
intentó que se anulase el matrimonio entre Sibila y Guido. La pareja se
resistió por lo que el rey decidió nombrar a su sobrino, con el apoyo de Inés,
Raimundo y de muchos barones, excluyendo así a Sibila de la sucesión. Raimundo
actuó como tutor del niño.
Los años y la enfermedad
hicieron estragos en la condición física: apenas con veinte años, el rey
presentaba graves secuelas físicas, su rostro estaba desfigurado, se encontraba
prácticamente ciego y con las manos y piernas mutiladas.
Balduino murió en 1185,
poco después de su madre Inés. Aunque había sufrido toda su vida los efectos de
la lepra, pudo mantenerse en el trono mucho más de lo previsto. Le sucedió
Balduino V y como se había decidido con Raimundo de Trípoli como regente.
Murió cuando apenas
contaba veinticuatro años y por todo lo que hizo en esos pocos años a pesar de
su tormentosa enfermedad, su incapacidad y su ceguera final, llenó de
admiración y respeto a quienes conocieron su historia. Por ello no solo los
francos se inclinaron ante su memoria, sino también sus enemigos, los árabes.
El imán se Isphahan escribió: “Ese joven
leproso hizo respetar su autoridad al modo de los grandes príncipes como David
o Salomón. Su estoica y dolorosa figura, tal vez la más noble de las Cruzadas,
símbolo del heroísmo en la frontera de la santidad, ha sido víctima de un
injusto olvido histórico”.