Llamada también la Cuevona de Cuevas, es una
formación kárstica situada en la parroquia de Junco en el concejo de
Ribadesella (Asturias).
Se trata de un túnel natural o gruta de más
de 300 metros de longitud. Se encuentra a unos siete kilómetros de Ribadesella
por la carretera que lleva al interior hasta el cruce de Junco, siguiendo un
recorrido de gran belleza paisajística. La carretera llega a un pequeño valle
donde está la montaña que atraviesa La Cuevona.
El paso natural fue habilitado y aprovechado
en el pasado por los vecinos y este camino se modernizó mas tarde con asfalto,
construyendo una verdadera carretera por la que pueden circular vehículos y
peatones. El arroyo que en épocas remotas dio origen a la cueva discurre
paralelo por un lateral. Al otro lado de la entrada se encuentra la aldea
llamada Cuevas del Agua, que pertenece a la parroquia de Junco.
CARACTERÍSTICAS
DE LA CUEVA
La cueva está perfectamente iluminada para
favorecer el paso de los transeúntes como para resaltar las formaciones
geológicas.
Conserva su estructura original; de formación
calcárea, contiene bóvedas, recovecos, estalactitas, estalagmitas, columnas y
coladas, adoptando muchas veces formas fantásticas que han dado lugar a
denominaciones especiales, tales como “la lengua del diablo” o “las barbas de
Santiago”.
La flora está representada por los
especímenes propios de una cueva, como son líquenes, algas, musgos, helechos y
hongos, que se detectan especialmente en las dos entradas. Respecto a la fauna
y a pesar de la presencia humana, hay todavía ejemplares de salamandra ciega,
ranas y murciélagos, aunque éstos últimos son bastante escasos y ya no forman
las grandes colonias que hubo en otro tiempo debido precisamente a la presencia
humana. Los murciélagos huyeron a otras cuencas, en especial a la Cueva Rosa
donde han llegado a formar una importante población.
La Cuevona es una de las pocas cavidades que
se pueden atravesar por carretera y la misma da acceso al pueblo de Cuevas del
Agua, del que recibe su nombre, y supone una de las pocas muestras de cuevas
por las que se puede transitar tanto en vehículo como caminando.
Durante 300 metros serpenteantes se pueden
apreciar las magníficas formaciones calcáreas, así como la vida ligada a a
oscuridad, y al arroyo adyacente.
Sin lugar a ningún género de dudas, La
Cuevona merece una detenida visita por su espectacular belleza.