VIVIR EN EL HIMALAYA
Desde
los sherpas que ocupan las zonas
próximas al Everest, hasta los limbu,
gurung, magar, dolpo, mustang, takhali o
tamang, que se extienden por el centro del país, sin olvidar a los mewar del valle de Katmandú y los tharu en el sur, en el Terai, tierra de
exuberante jungla refugio de tigres y rinocerontes, los alrededor de veinte
millones de habitantes que tiene Nepal pertenecen a diferentes grupos étnicos
que están repartidos por todo el territorio. Hablan multitud de idiomas, aparte
de infinidad de dialectos. Puede decirse que Nepal es un verdadero mosaico de culturas y
religiones. No obstante, el país tiene una tradición muy enraizada de armonía
más que de conflicto, no en balde los principios de integración y convivencia
han sido aceptados desde la antigüedad.
Pueblos
de lengua tibetana se asientan de forma precaria en los rebordes y frágiles
pendientes de las montañas del Himalaya. Aquí la vida supone un equilibrio muy
delicado entre duro trabajo y relación social, atemperado por un espíritu
profundamente religioso.
Durante siglos, Nepal fue una tierra desconocida
sobre la que, con frecuencia, se generaban mitos y leyendas. Sobre este reino
que se extiende a los mismos pies de las más elevadas cumbres de la Tierra, algunos
decían que existían increíbles paraísos espirituales, exóticos lugares
prohibidos a los occidentales. Sin embargo, a partir de 1953, la conquista del
Everest a cargo del nepalés Tenzing Norgay y el neozelandés Edmund Hillary,
trajo consigo una mayor información sobre este país que hasta entonces había
vivido completamente aislado.
Algunos aventureros fueron adentrándose en el llamado
“techo del mundo” y más tarde, ya en la
década de los sesenta, los que se alzaron como abanderados de una peculiar búsqueda
de nuevos valores, los “hippies”, descubrieron, por decirlo de alguna forma, un
lugar hasta entonces ignorado donde los nativos irradiaban paz y felicidad
interior, un bien cada vez más escaso en un Occidente en franca decadencia.
Los
pueblos mejor conocidos de las altas montañas son los sherpas, que habitan en las regiones central y oriental del Nepal.
A
pesar de que su origen se desconoce, se ha llegado a creer que procedían del
antiguo Tíbet. Aunque el nombre de sherpa
(su nombre significa “gente del este”) ha llegado a ser sinónimo de “guía de
montaña”. Sólo en la región del Everest han alcanzado cierta prosperidad
ejerciendo este oficio.
Los
límites meridionales de estas regiones himalayas -lugares como Junbesi,
Sermathang, Marpha y Jomosom- son considerados en ocasiones como ejemplos
atractivos, incluso románticos, de poblados de alta montaña. Y muchos lo son en
realidad. Pero algunas de las comunidades del extremo norte y otras sobre
elevadas laderas, no son confortables ni prósperas. Estos poblamientos
fronterizos son pocos y muy distantes unos de otros; las relaciones con los
habitantes de otras aldeas requiere largos y penosos viajes. Por esta razón,
los aldeanos desarrollan un estilo de vida de movilidad constante en sus
actividades económicas, sociales y culturales.
El duro trabajo diario sólo es
interrumpido por fiestas y festivales, en los que todos beben, bailan y se
divierten. La mayor parte de estos festivales son de naturaleza religiosa y se
centran en los templos y monasterios, y suelen coincidir con los días de luna
llena.
ÁREAS MÁS POBLADAS
Aunque
los sherpas habitan, sobre todo, en
las zonas más septentrionales del país (Namche Bazar Solu Khumbu y Helambu),
algunos viven también en el oeste, cerca del valle de Kathmandú. El poblado más
antiguo del país lo constituye Pangvoche y se estableció hace más de 300 años.
En
India viven más de 20.000 sherpas,
sobre todo en el distrito de Darjeeling, en el estado de Bengala Occidental,
así como otros que habitan en los estados de Sikkim y Arunachal Pradesh.
En
China quedan aproximadamente unos 2.600 sherpas,
de los cuales el 80% hablan su propio idioma. Su área de población es el
distrito de Xigatze, sobre todo dos pueblos en la frontera chino-nepalesa: en
Zhéntang, del municipio de Dinggyé donde viven unos 1.600, y en Zham, del
municipio de Nyalam, en el que habitan alrededor de un millar.
GENTES DE SENCILLAS COSTUMBRES
Por
lo general practican el budismo, religión minoritaria en Nepal. En cada poblado
hay al menos un monasterio dirigido por un lama, que es el lugar donde se
celebran todas las ceremonias religiosas en un ambiente siempre apacible.
Suelen
comer carne, pero sólo en algunas ocasiones.
La
agricultura, el comercio y la fundamental cría del yak y de ovejas son sus
principales ocupaciones. Al mismo tiempo cultivan trigo, maíz y patatas.
También se cultiva arroz en las orillas de los ríos. Algunos sherpas intercambian sus productos con
poblaciones de la India y el Tíbet.
Acostumbran
a preparar ghee (mantequilla pura), durukho (una especie de queso curado) y
el papel nepalí. Además tejen sus ropas, mantas de lana y alfombras para
resistir las duras temperaturas, y hacen utensilios de madera y cestas.
Tienen
una reconocida fama como porteadores y guías de expediciones de montaña por lo
que obtienen notables beneficios.
EL YAK, UN ANIMAL IMPRESCINDIBLE
El yak
es un bóvido
de gran tamaño y pelaje lanoso, autóctono de las montañas de Asia
Central y el Himalaya,
que vive en las altiplanicies esteparias y fríos desiertos del Tíbet,
Pamir y Karakórum, entre los 4000 y 6000 metros de altitud, donde se encuentra
tanto en estado salvaje como doméstico.
Los ejemplares salvajes hoy escasos, son animales
gregarios de pelo invariablemente largo (sobre todo en la zona abdominal, donde
puede llegar hasta el suelo), denso y negro que cuelga a ambos lados del cuerpo
y también de las extremidades, con una joroba sobre los hombros y cuernos
largos de un metro de longitud que surgen a ambos lados de amplio cráneo, casi
horizontalmente. La cola es peluda a partir de su misma base y lleva en su
extremo un gran mechón.
Una característica muy especial son sus pezuñas, las
cuales poseen una superficie de apoyo amplia, mientras que las pezuñas secundarias
rozan el suelo mientras suben por las montañas, ya que, por lo general son
buenos escaladores en terrenos rocosos, abruptos y cubiertos de nieve.
Los yaks han sido domesticados desde hace tres mil
años. El yak doméstico tiene una altura hasta la cruz de 140 centímetros para
un peso de 700 kilógramos, pueden cruzarse con las vacas domésticas y generar
individuos fértiles produciendo más leche y de mayor contenido graso. De hecho,
a esta característica se deben gran parte de las diferencias entre los yaks
salvajes y los domésticos. Éstos últimos son bastante más pequeños que sus
antepasados silvestres, tienen cuernos más cortos e incluso muchos yaks
domésticos carecen de ellos y el color del pelo puede ser negro, pardo,
castaño, blanquecino e incluso manchado de varios colores.
Los sherpas
los utilizan para llevar cargas (pueden transportar unos 150 kilógramos a lo
largo de empinados senderos de montaña), y también para montar y tirar del
arado. Los crían por su carne, apropiada para el consumo humano, y porque
producen una leche muy grasa (con la que se hacen buenos quesos y mantequilla
de gran calidad) si bien en menor cantidad que los animales de raza bovina
domésticos, así como sus pieles (resistentes y calientes). Incluso la cola del
yak es utilizada como espantamoscas.
El yak se esquila una vez al año, siendo la lana de los animales
adultos un tanto áspera y larga, pero permite elaborar perfectamente con ella buenas mantas,
cuerdas y otros objetos. Los excrementos secos son utilizados como combustible,
muy apreciado en las zonas que son pobres en maderas. El yak es un animal muy
apreciado por ello en el Tíbet y en toda el Asia Central, donde las familias
adornan a sus animales con cintas tanto para diferenciarlos de los demás como
por simples motivos estéticos.
Es un animal poco menos que imprescindible para los sherpas.
EL
FESTIVAL DE LA LUNA LLENA
El Mani Rimdu es uno de los grandes festivales en
Khumbu y tiene unos diez días de duración. Generalmente coincide con el final
de la cosecha. Una auténtica manifestación multicolor que sirve para hermanar
aún más si cabe a todos los pueblos
sherpas.
Esta fiesta tuvo su origen en el gompa o monasterio de Rongbuck en el Tíbet. Todo se inicia con la
realización de un mandala (término
sánscrito que significa diagramas o representaciones simbólicas) que suele ser
de arena. Durante la fiesta hay días dedicados a la oración, en los que los
fieles se dirigen a las deidades de las montañas con gran fervor al realizar
sus ofrendas.
También hay sesiones de meditación y diversos rituales
religiosos que corren a cargo de los lamas de la región en medio de cánticos y
danzas. Un papel principal juega el Gurú Rimpoche de Tengboche.
Muchos sherpas
que viven fuera de Nepal suelen viajar hasta aquí expresamente para celebrar el
Mani Rimdu y recibir el sonam o
bendición final para todos los devotos.
La fiesta finaliza con la puja de fuego (en sánscrito
ritual de adoración a una divinidad) de la clausura y las famosas danzas de
máscaras realizadas por los propios monjes del monasterio de Tengboche,
acompañados por todos los asistentes en medio de alegres cánticos y danzas.
El Mani Rimdu está considerado como uno de los
festivales más importantes de los sherpas
en la región del Everest.
Los
sencillos, hospitalarios y sonrientes sherpas
viven alejados del mundo, un lugar donde la superstición es una ciencia y el
misterio casi una religión, y rodeados de un ambiente que rezuma profundo
ascetismo y espiritualidad, a los pies de los míticos Everest, Pumo-Ki, Noptse,
Lhotse Shar, Makalu… los grandes colosos del Himalaya. Un recóndito lugar donde
permanecen fieles a los ritos y costumbres más ancestrales y, por tanto, siempre
despiertan en el visitante atractivos que rebasan los límites de la fascinación.