La presente edición de TIEMPO DE VIAJAR incluye dos interesantes reportajes: El primero de ellos dedicado a BRUJAS la ciudad belga conocida como la Venecia del Norte. En un segundo reportaje realizamos una interesante visita al PALACIO DE GOLESTAN auténtico esplendor persa en la capital iraní. Y en los Destinos Mágicos invitamos al lector a realizar un recorrido por la CRIPTA DE SAN ANTOLÍN maravilla visigótica del siglo VII, situada bajo la actual catedral de Palencia. Excelente el capítulo gráfico en la Galería de Fotos. http://info-tiempodeviajar.blogspot.com Adéntrate en las páginas de TIEMPO DE VIAJAR, donde siempre encontrarás reportajes, una amplia galería de fotografías, noticias, curiosidades y todo lo relacionado con el mundo del viaje y la aventura. Incluso tienes un contacto por si quieres formular alguna consulta.

S H E R P A S



VIVIR EN EL HIMALAYA

Desde los sherpas que ocupan las zonas próximas al Everest, hasta los limbu, gurung, magar, dolpo, mustang, takhali o tamang, que se extienden por el centro del país, sin olvidar a los mewar del valle de Katmandú y los tharu en el sur, en el Terai, tierra de exuberante jungla refugio de tigres y rinocerontes, los alrededor de veinte millones de habitantes que tiene Nepal pertenecen a diferentes grupos étnicos que están repartidos por todo el territorio. Hablan multitud de idiomas, aparte de infinidad de dialectos. Puede decirse que Nepal es un verdadero mosaico de culturas y religiones. No obstante, el país tiene una tradición muy enraizada de armonía más que de conflicto, no en balde los principios de integración y convivencia han sido aceptados desde la antigüedad.
Pueblos de lengua tibetana se asientan de forma precaria en los rebordes y frágiles pendientes de las montañas del Himalaya. Aquí la vida supone un equilibrio muy delicado entre duro trabajo y relación social, atemperado por un espíritu profundamente religioso.
Durante siglos, Nepal fue una tierra desconocida sobre la que, con frecuencia, se generaban mitos y leyendas. Sobre este reino que se extiende a los mismos pies de las más elevadas cumbres de la Tierra, algunos decían que existían increíbles paraísos espirituales, exóticos lugares prohibidos a los occidentales. Sin embargo, a partir de 1953, la conquista del Everest a cargo del nepalés Tenzing Norgay y el neozelandés Edmund Hillary, trajo consigo una mayor información sobre este país que hasta entonces había vivido completamente aislado.
Algunos aventureros fueron adentrándose en el llamado  “techo del mundo” y más tarde, ya en la década de los sesenta, los que se alzaron como abanderados de una peculiar búsqueda de nuevos valores, los “hippies”, descubrieron, por decirlo de alguna forma, un lugar hasta entonces ignorado donde los nativos irradiaban paz y felicidad interior, un bien cada vez más escaso en un Occidente en franca decadencia.
Los pueblos mejor conocidos de las altas montañas son los sherpas, que habitan en las regiones central y oriental del Nepal.
A pesar de que su origen se desconoce, se ha llegado a creer que procedían del antiguo Tíbet. Aunque el nombre de sherpa (su nombre significa “gente del este”) ha llegado a ser sinónimo de “guía de montaña”. Sólo en la región del Everest han alcanzado cierta prosperidad ejerciendo este oficio.
Los límites meridionales de estas regiones himalayas -lugares como Junbesi, Sermathang, Marpha y Jomosom- son considerados en ocasiones como ejemplos atractivos, incluso románticos, de poblados de alta montaña. Y muchos lo son en realidad. Pero algunas de las comunidades del extremo norte y otras sobre elevadas laderas, no son confortables ni prósperas. Estos poblamientos fronterizos son pocos y muy distantes unos de otros; las relaciones con los habitantes de otras aldeas requiere largos y penosos viajes. Por esta razón, los aldeanos desarrollan un estilo de vida de movilidad constante en sus actividades económicas, sociales y culturales.
El duro trabajo diario sólo es interrumpido por fiestas y festivales, en los que todos beben, bailan y se divierten. La mayor parte de estos festivales son de naturaleza religiosa y se centran en los templos y monasterios, y suelen coincidir con los días de luna llena.
ÁREAS MÁS POBLADAS
Aunque los sherpas habitan, sobre todo, en las zonas más septentrionales del país (Namche Bazar Solu Khumbu y Helambu), algunos viven también en el oeste, cerca del valle de Kathmandú. El poblado más antiguo del país lo constituye Pangvoche y se estableció hace más de 300 años.
En India viven más de 20.000 sherpas, sobre todo en el distrito de Darjeeling, en el estado de Bengala Occidental, así como otros que habitan en los estados de Sikkim y Arunachal Pradesh.
En China quedan aproximadamente unos 2.600 sherpas, de los cuales el 80% hablan su propio idioma. Su área de población es el distrito de Xigatze, sobre todo dos pueblos en la frontera chino-nepalesa: en Zhéntang, del municipio de Dinggyé donde viven unos 1.600, y en Zham, del municipio de Nyalam, en el que habitan alrededor de un millar.

GENTES DE SENCILLAS COSTUMBRES
Por lo general practican el budismo, religión minoritaria en Nepal. En cada poblado hay al menos un monasterio dirigido por un lama, que es el lugar donde se celebran todas las ceremonias religiosas en un ambiente siempre apacible.
Suelen comer carne, pero sólo en algunas ocasiones.
La agricultura, el comercio y la fundamental cría del yak y de ovejas son sus principales ocupaciones. Al mismo tiempo cultivan trigo, maíz y patatas. También se cultiva arroz en las orillas de los ríos. Algunos sherpas intercambian sus productos con poblaciones de la India y el Tíbet.
Acostumbran a preparar ghee (mantequilla pura), durukho (una especie de queso curado) y el papel nepalí. Además tejen sus ropas, mantas de lana y alfombras para resistir las duras temperaturas, y hacen utensilios de madera y cestas. 
Tienen una reconocida fama como porteadores y guías de expediciones de montaña por lo que obtienen notables beneficios.

EL YAK, UN ANIMAL IMPRESCINDIBLE
El yak es un bóvido de gran tamaño y pelaje lanoso, autóctono de las montañas de Asia Central y el Himalaya, que vive en las altiplanicies esteparias y fríos desiertos del Tíbet, Pamir y Karakórum, entre los 4000 y 6000 metros de altitud, donde se encuentra tanto en estado salvaje como doméstico.
Los ejemplares salvajes hoy escasos, son animales gregarios de pelo invariablemente largo (sobre todo en la zona abdominal, donde puede llegar hasta el suelo), denso y negro que cuelga a ambos lados del cuerpo y también de las extremidades, con una joroba sobre los hombros y cuernos largos de un metro de longitud que surgen a ambos lados de amplio cráneo, casi horizontalmente. La cola es peluda a partir de su misma base y lleva en su extremo un gran mechón.
Una característica muy especial son sus pezuñas, las cuales poseen una superficie de apoyo amplia, mientras que las pezuñas secundarias rozan el suelo mientras suben por las montañas, ya que, por lo general son buenos escaladores en terrenos rocosos, abruptos y cubiertos de nieve.
Los yaks han sido domesticados desde hace tres mil años. El yak doméstico tiene una altura hasta la cruz de 140 centímetros para un peso de 700 kilógramos, pueden cruzarse con las vacas domésticas y generar individuos fértiles produciendo más leche y de mayor contenido graso. De hecho, a esta característica se deben gran parte de las diferencias entre los yaks salvajes y los domésticos. Éstos últimos son bastante más pequeños que sus antepasados silvestres, tienen cuernos más cortos e incluso muchos yaks domésticos carecen de ellos y el color del pelo puede ser negro, pardo, castaño, blanquecino e incluso manchado de varios colores.
Los sherpas los utilizan para llevar cargas (pueden transportar unos 150 kilógramos a lo largo de empinados senderos de montaña), y también para montar y tirar del arado. Los crían por su carne, apropiada para el consumo humano, y porque producen una leche muy grasa (con la que se hacen buenos quesos y mantequilla de gran calidad) si bien en menor cantidad que los animales de raza bovina domésticos, así como sus pieles (resistentes y calientes). Incluso la cola del yak es utilizada como espantamoscas.
El yak se esquila una vez al año, siendo la lana de los animales adultos un tanto áspera y larga, pero permite elaborar perfectamente con ella buenas mantas, cuerdas y otros objetos. Los excrementos secos son utilizados como combustible, muy apreciado en las zonas que son pobres en maderas. El yak es un animal muy apreciado por ello en el Tíbet y en toda el Asia Central, donde las familias adornan a sus animales con cintas tanto para diferenciarlos de los demás como por simples motivos estéticos.
Es un animal poco menos que imprescindible para los sherpas.

EL FESTIVAL DE LA LUNA LLENA
El Mani Rimdu es uno de los grandes festivales en Khumbu y tiene unos diez días de duración. Generalmente coincide con el final de la cosecha. Una auténtica manifestación multicolor que sirve para hermanar aún más si cabe a todos los pueblos sherpas.
Esta fiesta tuvo su origen en el gompa o monasterio de Rongbuck en el Tíbet. Todo se inicia con la realización de un mandala (término sánscrito que significa diagramas o representaciones simbólicas) que suele ser de arena. Durante la fiesta hay días dedicados a la oración, en los que los fieles se dirigen a las deidades de las montañas con gran fervor al realizar sus ofrendas.
También hay sesiones de meditación y diversos rituales religiosos que corren a cargo de los lamas de la región en medio de cánticos y danzas. Un papel principal juega el Gurú Rimpoche de Tengboche.
Muchos sherpas que viven fuera de Nepal suelen viajar hasta aquí expresamente para celebrar el Mani Rimdu y recibir el sonam o bendición final para todos los devotos.
La fiesta finaliza con la puja de fuego (en sánscrito ritual de adoración a una divinidad) de la clausura y las famosas danzas de máscaras realizadas por los propios monjes del monasterio de Tengboche, acompañados por todos los asistentes en medio de alegres cánticos y danzas.
El Mani Rimdu está considerado como uno de los festivales más importantes de los sherpas en la región del Everest.
Los sencillos, hospitalarios y sonrientes sherpas viven alejados del mundo, un lugar donde la superstición es una ciencia y el misterio casi una religión, y rodeados de un ambiente que rezuma profundo ascetismo y espiritualidad, a los pies de los míticos Everest, Pumo-Ki, Noptse, Lhotse Shar, Makalu… los grandes colosos del Himalaya. Un recóndito lugar donde permanecen fieles a los ritos y costumbres más ancestrales y, por tanto, siempre despiertan en el visitante atractivos que rebasan los límites de la fascinación.