La presente edición de TIEMPO DE VIAJAR incluye dos interesantes reportajes: El primero de ellos dedicado a BRUJAS la ciudad belga conocida como la Venecia del Norte. En un segundo reportaje realizamos una interesante visita al PALACIO DE GOLESTAN auténtico esplendor persa en la capital iraní. Y en los Destinos Mágicos invitamos al lector a realizar un recorrido por la CRIPTA DE SAN ANTOLÍN maravilla visigótica del siglo VII, situada bajo la actual catedral de Palencia. Excelente el capítulo gráfico en la Galería de Fotos. http://info-tiempodeviajar.blogspot.com Adéntrate en las páginas de TIEMPO DE VIAJAR, donde siempre encontrarás reportajes, una amplia galería de fotografías, noticias, curiosidades y todo lo relacionado con el mundo del viaje y la aventura. Incluso tienes un contacto por si quieres formular alguna consulta.

MONTALBÁN Y EL MAESTRAZGO



A TRAVÉS DEL CAMINO DEL CID (4 y 5)

El llamado Anillo de Montalbán sigue las correrías del Cid por Huesa y Montalbán a lo largo de la provincia de Teruel, desde Luco de Jiloca hasta Calamocha.
Este recorrido rememora las andanzas de Rodrigo Díaz por los territorios turolenses en busca de recursos con los que mantener a sus huestes, en concreto por las localidades de Monforte de Moyuela, Huesa del Común y Montalbán.
El Anillo, que arranca pasado Luco de Jiloca para regresar a Calamocha, depara, por su interés histórico y medioambiental, numerosas sorpresas a quienes lo recorren. El itinerario discurre por parajes fascinantes por su sobria y solitaria belleza, y tiene como hito principal la localidad de Montalbán, sede de la Encomienda Mayor de Santiago.
Luco de Jiloca es una localidad perteneciente al municipio de Calamocha. En ella destaca su puente romano sobre el río Pancrudo, que formaba parte de la calzada que unía en la remota antigüedad Césaraugusta y Cástulo, así como la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, de estilo barroco, en la que llama la atención su cabecera, con capillas laterales cubiertas por cúpula con linterna. Especial interés merece, asimismo, la casa-palacio de los marqueses de Montezuma, con las características propias de los palacios renacentistas aragoneses del siglo XVII, así como la casa rectoral, edificio gótico con hermosa portada.
En las proximidades, se encuentran diferentes ermitas, todas ellas de estilo barroco: la de Santa Bárbara mártir, la de la Virgen del Rosario y la del Santo Cristo.
En el fondo del valle tributario del río Pancrudo, Cuencabuena es la siguiente población que aparece en la ruta. Conserva el trazado urbanístico de la época medieval. La iglesia parroquial de los santos Justo y Pastor, construcción barroca, destaca por su torre de aspecto defensivo, que ya formaba parte de la anterior iglesia gótica. Entre su arquitectura civil, Cuencabuena conserva su lonja y una casona del siglo XVI perteneciente al renacimiento aragonés, además de dos peirones.
Tras cruzar Ferreruela de Huerva y siguiendo en la comarca del Jiloca, el Camino del Cid lleva al viajero a Cucalón, pequeña población de apenas un centenar de habitantes en la que sobresale la ermita de Santa Ana y restos de una construcción medieval.
Monforte de Moyuela es uno de los hitos importantes del camino. Estaba emplazado originalmente junto a su castillo, desplazándose después al llano. Desde los inicios de la Reconquista, tuvo una gran importancia estratégica: era el punto de contacto entre la llamada “depresión del Ebro” y las serranías ibéricas en la “Extremadura aragonesa”.
Monforte aparece en las crónicas como una de las menciones documentales más antiguas de la redolada, ya que se repobló en 1157, año en que Ramón Berenguer IV la toma dándole Carta de Población, con los fueros de Zaragoza y fijando los términos del lugar.

DE HUESA DEL COMÚN A MONTALBÁN
Otra pequeña población, ésta perteneciente a las Cuencas Mineras, es la de Huesa del Común. Está situada en las estribaciones de la sierra de Oriche, en el Sistema Ibérico. En el devenir de la historia fue siempre una plaza fuerte del reino de Aragón.
Antiguamente se la conocía como Ossa y aún conserva los restos de un imponente castillo roquero de la época musulmana, el castillo de Peñaflor, así como un puente muy antiguo sobre el río Aguasvivas.
La Hoz de la Vieja es otra población muy antigua, sus orígenes pueden remontarse al 235-220 a.C. y al asentamiento romano que existió a espaldas de las plazas fuertes cartaginesas de Amílcar Barca, Adrúbal y Aníbal. Formarían en ella su campamento de invierno al abrigo de sus montañas en el desfiladero u hondonada del actual La Hoz.
Su castillo o torre rectangular es de buena mampostería reforzada en sus esquinas por piedras de sillería y se conserva en buen estado. Esta torre es una de las más interesantes del reino, manteniendo intactas las almenas.
En el interior de la población destaca la iglesia parroquial en honor de Nuestra Señora de las Nieves, de estilo gótico.
Por su parte, Montalbán recibe el nombre del castillo que presidió durante muchos años el casco urbano de la villa, sobre la margen izquierda del río Martín. Su historia se halla estrechamente vinculada al castillo y a la Encomienda de Santiago. Sin embargo, de la fortaleza y monasterio sólo persisten los cimientos ya que fueron destruidos en el siglo XIX.
Montalbán aparece en el Cantar del Mio Cid ya que el Campeador dominó la sierra de Segura y Montalbán a finales del siglo XI. No se conoce con exactitud la fecha en la que esta villa fue reconquistada a los musulmanes, pero Ramón Berenguer IV se apoderó de la misma en torno al año 1160.

A TRAVÉS DEL MAESTRAZGO
El llamado Anillo del Maestrazgo es una ruta semi-circular desde Rubielos de Mora a Montanejos, en las provincias de Teruel y Castellón.
Esta ruta de alto valor cultural y medioambiental, situada en un espacio natural único, la sierra del Maestrazgo, atraviesa poblaciones y enclaves de gran importancia medieval, algunas de las cuales estuvieron sometidas directamente o tributaron al Cid histórico. Parte de Rubielos de Mora para entrar por Villafranca del Cid al Maestrazgo castellonense, hasta llegar a la ciudad de Onda, cuyos gobernantes musulmanes rindieron tributo al Campeador, y desde allí regresar al camino principal por los parajes cortados de Montanejos, también tributaria del Cid.
La ruta se inicia en Rubielos de Mora, localidad y municipio de la comarca Gúdar-Javalambre en la provincia de Teruel.
Cuenta con un casco urbano muy conservado. De las siete entradas al recinto amurallado, tan sólo se conservan dos: el Portal de San Antonio y el del Carmen. El primero fabricado en sillería y mampostería, posee una de las torres y puertas más bellas de todo Aragón. El segundo incluye, como parte del propio elemento arquitectónico, una capilla barroca dedicada a la Virgen del Carmen.
Otros edificios notables son la Casa Consistorial de estilo renacentista y la antigua Lonja del pueblo. Diversas casas de la nobleza jalonan la localidad, en ellas destacan de forma peculiar los dinteles de muchas de sus puertas que pertenecen a la época medieval.
Dejando atrás Nogueruelas, Linares de Mora, Mosqueruela y San Miguel de Pobla, la ruta se aproxima a Villafranca del Cid.
La real villa de Villafranca del Cid se halla situada en el límite occidental de la provincia de Castellón, a 95 kilómetros de la capital. En líneas generales, el término es muy accidentado y la parte más baja se sitúa en el río Monleón. Limita con Portell de Morella, Castellfort, Ares del Maestre, Benasal y Vistabella del Maestrazgo, todas ellas de la provincia de Castellón, además de Mosqueruela y La Iglesuela del Cid en la provincia de Teruel.
Sus orígenes se pierden en la nebulosa de la prehistoria y fue durante siglos escenario de diferentes avatares bélicos. Entre sus monumentos religiosos destacan la iglesia parroquial El Salvador, así como las ermitas de Santa Bárbara, San Roque y San Miguel. Entre sus monumentos civiles cabe mencionar el puente de La Pobla de Bellestar, el ayuntamiento gótico, el portal de San Roque y un horno medieval.
Barrancos, montañas y fuentes naturales salpican unos paisajes privilegiados desde Torre Embesora hasta Adzaneta y Les Useres.

LOS PEREGRINOS DEL SILENCIO
 Al sur del Maestrazgo y en las inmediaciones de la sierra del Bueg, se viene cumpliendo desde hace siglos con una tradición cuyos orígenes se remontan a épocas medievales y que hasta hace bien poco tan sólo era conocida por algunos pueblos de la comarca castellonense de l’Alcalaten.
Un número reducido de hombres con semblante austero y vestidos con sencillos sayales, caminan en silencio hacia el santuario de San Juan de Penyagolosa. Su marcha a través del agreste paisaje únicamente queda truncada por los profundos y a la vez extraños cánticos que les acompañan y que, sin duda, proceden del más primitivo gregoriano con acentuados matices emocionales que inspiran un gran respeto.
El ambiente penitencial resulta obvio y, de alguna forma, quien a lo largo de senderos o caminos contempla su paso, queda de inmediato subyugado por la evidente espiritualidad que emana de sus rostros y de su proceder sigiloso y de estricto recogimiento. Son los peregrinos de Les Useres.
Destruidos los escritos que podrían dar fe de cómo se inició este singular peregrinaje, voces autorizadas aseguran que el mismo puede proceder de los siglos XIII-XIV, tiene pues, indudablemente, un sobrio sabor medieval con raíces marcadamente religiosas y únicas por sus muy especiales características en la historia de nuestro país.
En la actualidad, como ocurriera siglos atrás, quienes salen en penitencia no hacen sino seguir fieles a un voto que sus antepasados convirtieron en secular tradición.
Aunque, como se cree, tiene un fundamento religioso como tantas otras manifestaciones similares, nacidas para implorar ayuda divina contra desastres como la peste, la sequía, etc… lo realmente cierto es que se aprecian en el desarrollo de la peregrinación aspectos que quizás se apartan de su verdadera razón de ser, circunstancias o actos que más bien se decantan hacia determinados ritos o algún tipo de superstición que en nada o bien poco tienen que ver con su base religiosa y que pueden ser objeto de controversia. De todas formas, sea lo que fuere, la tradición está ahí, se conserva casi intacta y hay que respetarla tal como es.
El viajero abandona Les Useres y camina hacia Onda, lugar donde aguarda un merecido descanso al final de la ruta. La siguiente etapa en el Camino del Cid discurre entre Castellón y Sagunto.

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