La presente edición de TIEMPO DE VIAJAR incluye dos interesantes reportajes: El primero de ellos dedicado a BRUJAS la ciudad belga conocida como la Venecia del Norte. En un segundo reportaje realizamos una interesante visita al PALACIO DE GOLESTAN auténtico esplendor persa en la capital iraní. Y en los Destinos Mágicos invitamos al lector a realizar un recorrido por la CRIPTA DE SAN ANTOLÍN maravilla visigótica del siglo VII, situada bajo la actual catedral de Palencia. Excelente el capítulo gráfico en la Galería de Fotos. http://info-tiempodeviajar.blogspot.com Adéntrate en las páginas de TIEMPO DE VIAJAR, donde siempre encontrarás reportajes, una amplia galería de fotografías, noticias, curiosidades y todo lo relacionado con el mundo del viaje y la aventura. Incluso tienes un contacto por si quieres formular alguna consulta.

FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE

PASIÓN POR LA NATURALEZA



Hace tan sólo unas semanas se cumplió el 33º aniversario del trágico accidente que le costó la vida a Félix Rodríguez de la Fuente.
TIEMPO DE VIAJAR quiere a través de esta página rendir un homenaje a quien fue famoso naturalista y divulgador ambientalista, auténtico pionero en nuestro país en la defensa de la naturaleza.
Licenciado en medicina por la universidad de Valladolid y autodidacta en biología, fue un personaje polifacético de gran carisma, cuya influencia ha perdurado a pesar del transcurso de los años. Su saber abarcó campos como la cetrería y la etología, destacando en el estudio y convivencia con lobos. Realizador de documentales para radio y televisión, ejerció además como expedicionario, guía de safaris fotográficos en África, conferenciante y escritor, aparte de contribuir en gran medida a la concienciación ecológica de España en una época en la que el país todavía no contaba con un movimiento en defensa de la naturaleza. Su repercusión no fue sólo a nivel nacional sino también internacional, y se calcula que sus series de televisión, emitidas en numerosos países y plenamente vigentes en la actualidad, han sido vistas por cientos de millones de personas en todo el mundo.

SUS INICIOS
Félix Rodríguez de la Fuente nació en Poza de la Sal (Burgos) el 14 de marzo de 1928. Hijo de Samuel Rodríguez y Marcelina de la Fuente. Su padre era notario de profesión, gran aficionado a la lectura y amante del castellano, de ahí que en su casa siempre se respirara un ambiente intelectual.
Debido a la Guerra Civil (1936-1939) y a que su padre no era partidario de una escolarización demasiado temprana, se ocupó él mismo de educar a sus hijos en casa, por lo que las incursiones de Félix en la naturaleza fueron continuas hasta los diez años, siendo marcado por una naturaleza virgen apenas hollada por el hombre. Él mismo describiría su lugar de nacimiento como una “comunidad humana” en “convivencia armónica con los paisajes” que configuró su “universo zoomórfico”. En este ambiente maduró sus experiencias infantiles, que repercutirían en su sensibilidad y pensamiento para crear en el futuro sus hipótesis y propuestas, tanto biológicas y antropológicas como de corte filosófico, que se reflejarían en su obra divulgativa. La afición de Félix por la naturaleza le llevó a convertirse en un gran conocedor de la zoología y en una de sus excursiones campestres, al observar cómo un halcón capturaba a un pato, comenzó su afición por la cetrería. Su educación reglada se inició en 1938 como interno en un colegio de Vitoria, época que vivió con añoranza por la libertad perdida.
Ocho años después, por consejo de su padre, que aunque siempre respetó su afición por la naturaleza desconfiaba de sus inclinaciones naturalistas, comenzó a estudiar medicina en la universidad de Valladolid. El primer año, atraído por la libertad recuperada tras sus años en el internado y las nuevas experiencias que le brindaba la ciudad, no fue un buen estudiante. Sin embargo, en años posteriores, acostumbró a encerrarse antes de los exámenes para estudiar y desde el principio destacó en las pruebas orales dada su facilidad de palabra, logrando así las más altas calificaciones. Fue también un gran aficionado al deporte, destacando en diferentes especialidades atléticas.
En ésta época causó una gran influencia sobre él José Antonio Valverde, biólogo que alcanzó una gran repercusión internacional a finales de los años cincuenta al enfrentarse a los planes del Ministerio de Agricultura para desecar las marismas del río Guadalquivir, lo que llevaría a la creación en la zona del parque de Doñana. Además, Valverde compartía su pasión por la cetrería, arte que por aquel entonces llevaba siglo y medio sin practicarse en España, pero que Félix se propuso recuperar con la ayuda de los escritos medievales sobre el tema, especialmente el Libro de la caza de las aves, de Pedro López de Ayala. En 1954 fue uno de los firmantes del acta de fundación de la Sociedad Española de Ornitología.
En 1957 se graduó en estomatología en Madrid, consiguiendo el Premio Extraordinario Landete Aragó, nombrado en honor del pionero de la especialidad en nuestro país. Durante dos años ejerció como odontólogo en la madrileña clínica del doctor Baldomero Sol, aunque siempre a media jornada para poder seguir dedicándose a diario a la cetrería. No obstante, en 1960, tras fallecer su padre, abandonó el oficio de dentista para dedicarse de forma definitiva a la cetrería y a la divulgación científica. En 1961 trabajó como asesor de cetrería en la película El Cid, rodada en España, y tres años más tarde, gracias a sus cada vez mayores contactos internacionales con científicos de toda Europa, presentó en el Congreso Internacional para la Protección de las Aves de Presa, celebrado en Caen (Francia), un estudio sobre la situación del halcón peregrino en España. Publicó su primer libro: El arte de la cetrería.

FAMA Y POPULARIDAD
En 1962 fue encargado por el gobierno español para capturar dos halcones peregrinos y ofrecérselos como regalo al rey Saud de Arabia Saudí, viajando a éste país para entregárselos. En octubre de 1964 organizó las Jornadas Internacionales de Cetrería, que por primera vez se celebraron en España, en la provincia de Guadalajara. El diario ABC le dedicó su foto de portada del 21 de octubre con el título de “Cetrero Mayor del Reino” y en la que aparecía lanzando a Durandal, una hembra de halcón entrenada por él mismo. Al resultar ésta ganadora de la competición, unos días después, fue invitado a un programa de Televisión Española, donde comenzaría a ser conocido y admirado por el gran público. Félix entró en los estudios con un halcón en el puño enguantado y, aunque se trataba de una simple entrevista de tres minutos para explicar los rudimentos de la cetrería, demostró ante la audiencia sus amplísimos conocimientos con tal pasión y oratoria que más tarde el popular periodista Joaquín Soler Serrano, pidió para él un puesto en la Real Academia de la Lengua por ser “el español de mejor prosodia”. A los pocos días se recibieron centenares de cartas solicitando nuevas intervenciones suyas en pantalla, empezando así a colaborar en el programa Fin de semana, donde, en un breve espacio de unos cinco minutos, cada dos semanas, habló de caza, pesca, excursionismo y temas relacionados con los animales en general.
Su colaboración en dicho programa duró cuatro años. En 1966 se inició en TVE el espacio Televisión Escolar y Félix fue encargado de la clase de zoología, presentado como Félix, el amigo de los animales, con el que se transformó en un personaje muy popular. Fue el primero en hablar de la fauna y la flora del país por sus valores intrínsecos, al margen del valor económico, el único que primaba entonces. Todo ello adornado con una oratoria magistral y con un gran sentido del tiempo televisivo, ajustándose siempre, en intervenciones improvisadas y que se emitían en directo, a los pocos minutos de que disponía, pero logrando terminar siempre con la frase apropiada para mantener vivo el interés del espectador.
Consiguió rodar su primer documental, Señores del espacio, dedicado a la cetrería y realizado merced al apoyo del rey de Arabia Saudí y de varios aristócratas. El 5 de agosto de 1966 se casó con la francesa Marcelle Geneviève Parmentier, con la que tuvo tres hijas: María de las Mercedes Geneviève, Leticia Jimena y Odile Patricia.
Continuó sus colaboraciones en diferentes programas de televisión, tales como Imágenes para saber (1966) y A toda plana (1967), donde mostró su interés por los pueblos indígenas. En 1966 logró la protección en España del halcón peregrino y de las rapaces nocturnas, lo que convirtió al país en un referente, dado que fue el primero en el que se aprobó una normativa de este tipo.
En 1967 comenzó a escribir artículos en la revista Blanco y Negro (suplemento dominical del diario ABC), englobados bajo los epígrafes de Serie Ibérica (1967) y Serie Africana (1968). También redactó en ésta época cuatro entusiastas series en La Actualidad Española y comenzó con su etapa de viajes y expediciones.

SUS ESTUDIOS SOBRE LOS LOBOS
Los éxitos de Félix Rodríguez de la Fuente le permitieron dedicarse a otra de sus pasiones, el estudio de los lobos, para lo que, tras obtener en 1965 dos lobeznos que salvó de morir apaleados en un pueblo, los crió ayudado por su mujer y consiguió convertirse en el lobo alfa (el jefe), lo que luego repetiría con varias manadas en los montes aledaños al barranco del río Dulce, en la localidad de Pelegrina (cerca de Sigüenza, Guadalajara). Comenzó así a divulgar lo que consideraba “la verdad del lobo”, en una época en que era un animal perseguido y acosado por considerársele enemigo del hombre y, más concretamente, de la ganadería y las especie cinegéticas.
Sus estudios sobre este mítico animal profundizaron en la Etología de esta especie, que, como el hombre, fue un cazador social que compartió con los humanos la cúspide trófica durante los últimos 100.000 años de la Era del Paleolítico, pacto entre estos dos depredadores, el cual llevó hace más de 30.000 años a la domesticación del lobo, que se transformó en perro, y más tarde a la enemistad del hombre con los cánidos salvajes cuando los humanos domesticaron a los herbívoros para entrar en el Neolítico hace unos 10.000 años. Esta original visión del pasado y del futuro de Félix, y de su rebeldía personal a ser domesticado por la sociedad actual, fue el eje de su última biografía, publicada en el 30º aniversario de su fallecimiento. En ella quedaron recogidos muchos documentos de este divulgador de las Ciencias Naturales y “agitador de conciencias” que profundizan en ideas tan sugerentes.
En 1966 dirigió y presentó la película Alas y garras, de la que también era guionista, la cual cosechó varios premios. Mayor oportunidad de expandir su mensaje de aproximación a la naturaleza le llegó en 1968, cuando los directivos de TVE le encargaron la responsabilidad de ponerse al frente de un programa propio, Fauna. Ese mismo año se le encargó, gracias a sus conocimientos de cetrería, un plan inédito en España: utilizar aves rapaces para el control de las aves potencialmente peligrosas en los aeropuertos.
El éxito cosechado por el programa de televisión Fauna no impidió que, al coincidir esa cabecera con el de la enciclopedia del mismo nombre, los directivos de televisión le cambiaran el nombre del programa de forma unilateral y sin consultarlo con el autor por el de Animalia (1970), que pocos capítulos más tarde Félix logró cambiar por el de Vida Salvaje (1970). Aunque siempre se interesaba especialmente por la educación de los niños, consiguió llegar a todos los públicos.
Entre 1970 y 1974 realizó la primera de sus grandes series que le darían reconocimiento mundial: Planeta Azul. Asimismo realizó diferentes programas de radio como La Aventura de la Vida, Planeta agua y Objetivo: salvar la naturaleza, dedicándose al mismo tiempo a diversas causas conservacionistas de relevancia, como el salvamento de distintas especies de animales en peligro de extinción, muy especialmente el lobo, que probablemente le debe su supervivencia en la península ibérica, a la inversa de la mayoría de países de Europa Occidental, donde está ya extinguido, y para el que consiguió el respeto y aprecio por parte de la sociedad, de manera muy similar a como lo había conseguido en los años anteriores con las aves rapaces. Otros animales que se esforzó en proteger fueron el oso ibérico, el lince, el águila real o el águila imperial. También trabajó en la preservación de diferentes ámbitos de la geografía española, como las dunas de El Saler, el parque de Doñana, las Tablas de Daimiel, el monte del Pardo o la laguna de Gallocanta.

EL HOMBRE Y LA TIERRA
Durante aquella década emprendió diversos proyectos editoriales, como la coordinación de la Enciclopedia Salvat de la Fauna (1970-73), publicada en fascículos semanales que fueron un auténtico éxito de ventas. También publicó la Enciclopedia Salvat de la Fauna Ibérica y europea, Los Cuadernos del Campo, los libros de El Hombre y la Tierra y La aventura de la vida (publicada tras su fallecimiento).
Entre 1973 y 1980 realizó para televisión la que, sin duda, fue su serie más famosa, El Hombre y la Tierra, dividida en tres partes: las series ibérica, suramericana y norteamericana.
La serie ibérica constó de tres partes y de una cuarta inconclusa. La serie suramericana se filmó en 1973 en Venezuela, Los Llanos, el Orinoco y en el Amazonas, y aunque en principio se iban a rodar ocho capítulos, se ampliaron finalmente a dieciocho. Por último, de la seria norteamericana sólo se pudo filmar la parte canadiense y dos capítulos en Alaska.
La serie cosechó muchos premios y no sólo en España, sino incluso en el extranjero. A destacar que las series se rodaban sin guión y Félix improvisaba el desarrollo de cada capítulo.
El 4 de marzo de 1980, ante los reyes de España, Félix presentó en el Centro Cultural de la Villa de Madrid un documento titulado Estrategia mundial para la conservación de los recursos vivos y el logro de un desarrollo sostenido, propuesta de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales.
Seis días más tarde, se trasladó junto con un equipo de El Hombre y la Tierra a Alaska, al círculo polar ártico, para filmar la carrera de trineos con perros más importante del mundo. Para ello contrataron los servicios de un piloto llamado Tony Oney y de su socio Warren Dobson. Aunque la mayor parte del equipo viajaba habitualmente en la avioneta de Oney, ésta sufrió una pequeña pérdida de aceite y Félix, que siempre tenía miedo a volar, decidió cambiar de aparato e incluso llegó a comentar poco antes de montar “que lugar más hermoso para morir”.
El 14 de marzo de 1980, precisamente el día en que Félix cumplía 52 años de edad, tras despegar de Unalakleet, las dos avionetas volaron casi juntas y poco después, la pilotada por Dobson se estrelló como consecuencia del desprendimiento de uno de los hidropatines, que desequilibró el aparato. Este volteo no pudo ser corregido por la baja altura de vuelo. Quizá la experiencia del piloto hubiera podido salvar el contratiempo de haber sucedido a mayor distancia del suelo. Nunca se sabrá. Lo trágicamente cierto fue que junto a Félix y el piloto, fallecieron también el cámara de televisión Teodoro Roa y el ayudante Alberto M.Huéscar. El lugar exacto de la catástrofe fue Shaktoolik, población de esquimales a unos 25 kilómetros de la costa del mar de Bering, un lugar adorado por Félix desde sus adolescentes lecturas de Jack London.
Félix Rodríguez de la Fuente dejó un impresionante legado en una época en la que, especialmente en España, no existía aún una clara conciencia ecológica. Su influencia fue decisiva en la creación de esa conciencia de defensa medioambiental y conservacionista que en sus programas de radio y televisión se hizo cada vez más patente.
A lo largo de muchas generaciones, seguiremos estando en deuda con Félix Rodríguez de la Fuente, auténtico pionero en la defensa de la naturaleza.