PODEROSOS Y VULNERABLES
Estos grandes colosos del mundo
animal, adorados incluso como dioses en algunos países como la India (Ganesh es
una de las deidades más importantes del panteón hindú), están considerados como
seres muy inteligentes y son respetados en general por todos los naturalistas. Convertidos
en habituales protagonistas de cuentos y leyendas, hasta el mundo del cine les
ha hecho jugar un interesante papel en muchas películas.
Poderosos por su envergadura y con
unas facultades excepcionales, sin embargo, han sido a lo largo de la historia
animales muy vulnerables. El marfil de sus colmillos siempre despierta la
codicia más extrema. Es su gran medio de defensa, pero también su punto más
débil.
A pesar de los grandes esfuerzos
realizados por algunos países como Kenya y Tanzania, por citar dos ejemplos, al
controlarlos en Parques Nacionales, dejándolos sólo expuestos al estudio de los
expertos en fauna salvaje, al margen de los turistas que realizan safaris fotográficos
y, sin olvidar al mismo tiempo la puesta en marcha de diversos programas de
protección, los furtivos y tras ellos el creciente mercado del marfil, siguen
haciendo estragos. La población de estos paquidermos ha disminuido de forma
alarmante. Algunas subespecies han desaparecido ya de forma definitiva.
El auténtico rey de la sabana
arbustiva sigue estando en peligro de extinción.
CARACTERÍSTICAS
Y COMPORTAMIENTO
Los paquidermos actuales se clasifican
en dos géneros distintos: el elefante africano, de mayor envergadura, y el
asiático.
En orden a su talla y peso, los
elefantes son los animales terrestres más grandes que existen en la actualidad.
Un macho adulto africano puede llegar a pesar 7.500 kilos, aunque han existido
ejemplares que han pesado hasta 11.000 kilos. Su principal característica es la
prolongación nasal muy desarrollada, conocida comúnmente como trompa, la cual y
merced a su desarrollada musculatura les permiten utilizarla a modo de mano
para sujetar objetos y comida. Estos animales también poseen colmillos, grandes
dientes que salen de su mandíbula superior. Estos colmillos pueden pesar hasta
120 kilos y tener hasta 3 metros de
longitud, aunque lo normal es que midan alrededor de un metro de longitud, no
son dientes caninos, sino incisivos extremadamente largos y el marfil es la
dentina que los forma.
Otra de las características
principales de los elefantes es que poseen unos grandes pabellones auditivos.
La principal función de estas orejas es la termorregulación del animal. Al
estar muy vascularizadas permiten un correcto enfriamiento de la sangre, que en
animales de semejante volumen sería difícil conseguir por otros medios.
El elefante africano es el mamífero
con el periodo de gestación más largo, alrededor de 22 meses y su peso al nacer
suele ser de unos 120 kilos aproximadamente. Por lo general suelen vivir entre
60 y 70 años, pero se han registrado casos en que han superado los 80. En
cautiverio, el récord de longevidad lo tuvo el famoso elefante asiático Lin
Wang, que sirvió para las Fuerzas Chinas Expedicionarias en la Segunda Guerra
Sino-Japonesa, además de tomar parte en otras misiones militares, el cual
falleció con 86 años de edad en 2003.
El elefante produce una variada gama
de sonidos, con los cuales expresa diversas emociones. El más conocido es el
barrito que hace cuando está asustado. También utiliza infrasonidos, lo cual le
permite comunicarse con otros individuos situados a varios kilómetros de
distancia. Estos sonidos, de frecuencias de hasta tan sólo cinco hertzios, se
transmiten, además de por el aire, a través del terreno, pudiendo ser
detectados mediante las patas antes de llegar al oído del animal, al ser la
velocidad de propagación del sonido mayor en el suelo que en el aire. Este
desfase en la recepción del sonido puede servir al elefante para estimar la
distancia a la que se encuentra su congénere. Este medio de comunicarse es de
vital importancia en zonas muy secas, como por ejemplo el desierto de Namibia,
donde los elefantes deben desplazarse a lo largo de cientos de kilómetros para
encontrar lugares donde encontrar agua y comida.
La piel presenta delgados pliegues
que, entrecruzándose, le dan un aspecto reticulado. El pelaje está representado
por unos pocos pelos aislados y esparcidos por el cuerpo, algo más espesos
alrededor de los ojos. En los labios, en la mandíbula inferior, en el mentón y
en la parte posterior del dorso. Por su parte, el extremo de la cola ostenta un
delgado plumero en forma de pincel.
Al elefante le gusta permanecer en
manadas y suele revolcarse en el lodo para evitar las picaduras de mosquitos.
Se alimentan casi exclusivamente de
hierbas, cortezas de árboles y arbustos, de los que pueden llegar a ingerir
hasta unos 200 kilos en un solo día. Según habiten en el bosque, en las
praderas o semidesiertos, el porcentaje de hierbas y hojas de árboles o
arbustos de su dieta varía notablemente.
Para triturarlos se valen solamente de
cuatro molares de gran tamaño (dos en cada mandíbula) de diez centímetros de
ancho y tres de largo. Debido al constante uso, estos molares se desgastan con
el paso de los años y son sustituidos varias veces a lo largo de la vida del
animal.
INTERESANTE
VIDA SOCIAL
Los elefantes de la sabana africana
son animales considerados como inteligentes. De hecho, los experimentos sobre
el razonamiento y el aprendizaje realizados sobre ellos indican que son los más
listos, junto con sus primos asiáticos. Esto se debe en buena medida a su gran
cerebro que suele pesar alrededor de cinco kilos y es el más grande de
cualquier animal terrestre. De ahí el dicho famoso de “memoria de elefante”.
Algunos de estos estudios han sido confirmados por la universidad de Sussex en
Kenya.
Las manadas están formadas por hembras
emparentadas y sus crías de diferentes edades, siempre dirigidas por la hembra
de mayor edad, a la que se da el nombre de matriarca. En ocasiones las acompaña
algún macho adulto, pero éstos suelen abandonar la manada cuando llegan a la
adolescencia y forman grupos con otros animales de su edad, para posteriormente
llevar una vida solitaria, acercándose normalmente a las manadas de hembras
solamente durante la época de celo. No obstante, los elefantes machos tampoco
se alejan en exceso de su familia y la reconocen perfectamente cuando vuelven a
encontrarla. En ocasiones, las manadas de hembras pueden fusionarse durante un
tiempo, llegando a incluir cientos de individuos.
La matriarca decide el camino a seguir
y muestra a los demás integrantes de la manada todos los acuíferos que conoce y
que el resto memorizará para el futuro. La relación dentro de la manada es muy
estrecha, cuando una hembra pare una cría, el resto se acerca para “saludarla”
tocándole con la trompa, y cuando un individuo muere, el resto la acompaña en
ese difícil tránsito y se queda junto al cadáver durante un tiempo.
Los famosos “cementerios de elefantes”
son un mito. Lo que sí ocurre es que antes de morir, los elefantes por instinto
buscan el agua, por lo que muchos mueren cerca de ella y próximos unos a otros.
Pero bien es verdad que estos animales saben lo que es un cadáver de su especie
y parecen tratarlo con respeto cuando encuentran uno durante sus largos viajes,
aunque sea de un desconocido, rodeándole y a veces tocándole la frente con la
trompa y las patas. Sin embargo, ante huesos de otras especies su indiferencia
es total.
El apareamiento ocurre cuando la
hembra se siete preparada, algo que puede suceder en cualquier época del año.
En ese momento emite infrasonidos que atraen a los machos, a veces situados a
varios kilómetros. Éstos llegan en los días sucesivos a la manada y pelean
cabeza contra cabeza con los demás, causándose heridas y a veces incluso
partiéndose algún colmillo. El más fuerte (en caso de que la hembra lo acepte,
indicándolo al frotar su cuerpo con el suyo) se aparea con ella y luego cada uno
sigue su camino.
Cuando nace la cría, ésta mama leche
de la madre hasta los cinco años de edad, aunque ya come alimento sólido desde
los seis meses. A los pocos días ya puede seguir a la manada y entonces la
matriarca ordena que se reanude la marcha.
Como algo curioso cabe citar el hecho
de que mucha gente piensa que los elefantes tienen miedo a los ratones. No es
cierto. Lo que sucede es que los elefantes tienen una mala visión: sus ojos
están a los lados de la cabeza, lo que hace que no puedan distinguir con
claridad cualquier cosa pequeña que se mueva delante de ellos. Esto hace que no
soporten las sorpresas o los movimientos bruscos y cuando se acerca un ratón o
cualquier animal pequeño, por ejemplo, se ponen nerviosos y un poco agresivos.
EL
HOMBRE ES SU PEOR ENEMIGO
Se ha perseguido al elefante desde la
antigüedad, tanto por su carne como (más frecuentemente por desgracia) por sus
valiosos colmillos de marfil. Esta caza se disparó en los siglos XIX y XX,
cuando se le unió la caza por deporte, cada vez más demandada por las élites
norteamericanas y europeas, y la conversión en plantaciones de grandes
extensiones de selva y sabana. Sin olvidar el éxodo sin rumbo que algunas
manadas deben realizar tratando de huir de frecuentes conflictos bélicos
En 1989 se prohibió la caza del
elefante africano y el tráfico de marfil, después de que la población pasase de
varios millones a principios del siglo XX a menos de 700.000, habiéndose
reducido en un 50% durante la década de los ochenta. Los científicos calcularon
que, de seguir la tendencia existente y no tomar ninguna medida, el elefante
tendría un futuro realmente preocupante en sólo unas décadas. Por suerte, tras
la mentalización de los diferentes gobiernos afectados, la protección de que
goza en la actualidad con la puesta en marcha de diferentes programas y Parques
Nacionales en África, está surtiendo efecto. Sin embargo, la caza furtiva sigue
existiendo a pesar de las fuertes penas que se imponen. Y en el continente
asiático sucede lo mismo.
A lo largo de la historia, estos
colosos del reino animal considerados como dioses por determinadas religiones, han
servido de montura a maharajás indios, se han convertido en protagonistas de
espectáculos de toda índole e incluso siguen siendo utilizados en la actualidad
para trabajos duros en algunos países del sudeste asiático. Son animales
sagrados y poderosos, pero el marfil de sus colmillos les sigue convirtiendo en
seres muy vulnerables.