La presente edición de TIEMPO DE VIAJAR incluye dos interesantes reportajes: El primero de ellos dedicado a BRUJAS la ciudad belga conocida como la Venecia del Norte. En un segundo reportaje realizamos una interesante visita al PALACIO DE GOLESTAN auténtico esplendor persa en la capital iraní. Y en los Destinos Mágicos invitamos al lector a realizar un recorrido por la CRIPTA DE SAN ANTOLÍN maravilla visigótica del siglo VII, situada bajo la actual catedral de Palencia. Excelente el capítulo gráfico en la Galería de Fotos. http://info-tiempodeviajar.blogspot.com Adéntrate en las páginas de TIEMPO DE VIAJAR, donde siempre encontrarás reportajes, una amplia galería de fotografías, noticias, curiosidades y todo lo relacionado con el mundo del viaje y la aventura. Incluso tienes un contacto por si quieres formular alguna consulta.

EL DESTIERRO


A TRAVÉS DEL CAMINO DEL CID (1)


Iniciamos con la presente edición de nuestra revista, una serie de reportajes basados en la ruta del CAMINO DEL CID.
La primera parte del recorrido se inicia en Vivar del Cid (Burgos) y termina en Atienza (Guadalajara), atravesando las provincias de Burgos, Soria y Guadalajara.
A través de esta ruta se siguen las huellas del Cid camino del destierro, por el viejo reino de Castilla.
Este primer tramo, en líneas generales, está basado en los primeros días del destierro de Rodrigo Díaz narrados en el Cantar. El Cid, desterrado, sale de Vivar con un puñado de caballeros y la orden real de abandonar Castilla en unos días, plazo que utilizará para dejar a sus hijas y a su mujer en el monasterio de San Pedro de Cardeña, pertrecharse, y reforzar su reducido grupo de fieles alistando a nuevos caballeros y soldados. Aunque el Campeador abandona Castilla justo en la sierra de Pela, en el actual límite entre Soria y Guadalajara (sierra que en 1081 marcaba la frontera natural entre los reinos de Castilla y Toledo) el itinerario finaliza en el siguiente núcleo de importancia: la villa histórica de Atienza, ya en territorio musulmán.

ANOTACIONES SOBRE EL RECORRIDO
A lo largo de la ruta, el viajero se encontrará con una parte importante de la esencia de Castilla. Pasará por dos de los grandes monasterios fundacionales castellanos: el de San Pedro de Cardeña y el de Silos, muy cerca del de Arlanza (próximo a Covarrubias).
El paisaje alterna los cultivos de secano con los robledales, pinares y monte raso. Destacan el sabinar del valle del Arlanza y el espacio soriano del río Duero, de gran importancia medioambiental, pero también geopolítica durante la Edad Media, y que hoy se refleja en las numerosas atalayas y castillos que jalonan este espacio singular, comprendido entre Langa y Berlanga de Duero, y que tiene su emblema en la colosal fortaleza califal de Gormaz, de la que fue alcaide el Cid. Conocerá también lugares míticos dentro de la historia cidiana, como Vivar del Cid, San Pedro de Cardeña, Castillejo de Robledo o San Esteban de Gormaz entre otros y, por supuesto, Burgos, ciudad cidiana por excelencia con numerosos atractivos gastronómicos y culturales, como la Catedral, por supuesto, pero también, entre otros, la iglesia de San Nicolás o el Monasterio de las Huelgas, con importantes recursos románicos. Huellas románicas que pueden encontrarse también en el fascinante claustro de Santo Domingo de Silos, en las pinturas de Castillejo de Robledo, en las iglesias de San Esteban de Gormaz y en otras muchas poblaciones que conservan muestras del llamado románico rural, de un gran poder sugestivo y evocador. Por lo demás, en este sector predominan los pueblos pequeños y apacibles, algunos de ellos de auténtico ambiente medieval y reconocido interés, como Covarrubias, El Burgo de Osma, Berlanga de Duero y, desde luego, al final de este camino, ya en Guadalajara, la inexpugnable Atienza.

CASTILLOS Y MONASTERIOS
Como no podría ser de otra manera, atravesando paisajes castellanos, la ruta cidiana es pródiga en castillos y monasterios.
Iniciando el Camino del Cid en Vivar, su pueblo natal, y dejando atrás la capital burgalesa, el primer enclave de relieve es, sin duda, el monasterio de San Pedro de Cardeña.
Este monasterio cuya construcción data de fecha anterior al 902, está muy vinculado a la tradición cidiana, no en balde, según el Cantar del Mío Cid, Rodrigo Díaz de Vivar dejó al amparo del abad y sus monjes a su esposa Doña Jimena y a sus hijas, durante el primer destierro de 1081.
El enterramiento del Cid en este monasterio no se debió a su voluntad personal. A su muerte en 1099 fue inhumado en la catedral de Valencia y tras tener que abandonar Jimena Díaz la plaza levantina, fueron trasladados sus restos a este cenobio cardeniense. Allí permaneció durante algunos años su cuerpo embalsamado y sentado en un escaño del presbiterio. Desde ese momento se generaron en él una serie de narraciones de carácter hagiográfico que hacia 1280 constituyeron lo que se conoce como La leyenda de Cardeña. Posteriormente sus restos fueron trasladados a la catedral de Burgos.
En el claustro nuevo, una lápida recuerda el lugar que ocupaba el sepulcro.
En la explanada situada frente a la fachada principal, en la que aparece una imagen ecuestre del Campeador, existe una estatua del Sagrado Corazón y a la izquierda un monolito con leyenda alusiva al famoso caballo Babieca. Coincide con el lugar donde una creencia tradicional considera que fue sepultado el animal.
Siguiendo el recorrido y dejando atrás las poblaciones de Modúbar de San Cibrián, Los Ausines, Cubillo del Campo y Mecerreyes, la ruta llega hasta Covarrubias.
Cuando el viajero que atraviesa estas tierras burgalesas se aproxima a Covarrubias y recorre con detenimiento sus calles extasiándose en cada rincón, penetra en el interior de la Colegiata con ánimo de admirar sus joyas y reliquias de incalculable valor, o simplemente se asoma al tranquilo Arlanza para de este modo refrescar sus pupilas sedientas de recónditas bellezas, de forma irremediable se siente inmerso en la época medieval. Es como adentrarse en un lugar milenario donde van de la mano el misticismo y la religiosidad, la sencillez y la austeridad, mil leyendas y algunas de las más fascinantes páginas de nuestra historia, no en balde esta villa está considerada como el auténtico origen del sobrio y noble pueblo castellano.
Hablar de cultura castellana es mencionar una palabra tan extensa como la tierra que ocupa. Es adentrarse en el vértigo de las raíces por un tiempo compartido: el que escriben mano a mano la propia historia en mayúscula y esa otra historia más pequeña, cotidiana, hecha al amparo de cada día y presente en la artesanía, las celebraciones y las costumbres…
La población de Santo Domingo de Silos está situada en un nudo de caminos históricos: el Camino del Cid, la Ruta de la Lana y el camino castellano-aragonés. Junto con las vecinas localidades de Lerma y Covarrubias forman el llamado “Triángulo del Arlanza”.
Algunos historiadores apuntan incluso que el monasterio de Santo Domingo de Silos está ligado a la historia del Cid Campeador ya que, en vida de Rodrigo Díaz de Vivar y su esposa Jimena, donaron algunas de sus heredades al cenobio, cuyo claustro, en el año 1081, aún se estaba construyendo.
La vida de la comunidad de Santo Domingo de Silos se rige, desde 954, por la Regla de San Benito que establece un monacato estricto y puro. A fines del siglo X y durante la primera mitad del siglo XI, la comunidad decayó material y espiritualmente, debido a las razzias de Almanzor.
De forma providencial, llegó a Silos en aquel momento crítico el abad Santo Domingo. Era el 24 de enero de 1041, y llegó a regir el monasterio durante 32 años, hasta su muerte, el 20 de diciembre de 1073. Toda la historia del monasterio y de la comunidad giró en adelante alrededor de este gran hombre: se convirtió en el titular de la abadía; fue el héroe a imitar; es el patrono e intercesor ante Dios y el taumaturgo que obra milagros… Es el símbolo de Silos.
Efectivamente, por Obra de Santo Domingo y de sus sucesores, nació en Silos el gran monasterio románico: el claustro genial, la gran iglesia románica con tres naves, pórtico y cinco ábsides, y las otras dependencias necesarias para la vida de la comunidad. Durante los siglos XI al XV, Silos fue un monasterio con gran vida y actividad interna y externa: una comunidad observante e influyente; un centro de peregrinaciones y de vida cristiana en torno al sepulcro de Santo Domingo; un ejemplo notable de caridad cristiana y monástica, con la ayuda espiritual y material a los peregrinos y necesitados; un centro educativo, con su escuela monástica y un extraordinario centro cultural.
Destacan en Silos, su claustro excepcional, la iglesia neoclásica y la botica, donde los monjes han dejado a través de los siglos un testimonio excepcional de su conocimiento, de su práctica y de su interés por las ciencias biológicas y farmacéuticas.

DESDE SAN ESTEBAN DE GORMAZ HASTA ATIENZA
Peñacoba, Pinarejos, Huerta del Rey, Alcubilla de Avellaneda, Zayas de Torre y Langa de Duero aproximan al viajero hasta Castillejo de Robledo, en la provincia de Soria, que cuenta con las interesantes ruinas de un castillo templario. En la ladera de su colina se encuentra también la iglesia parroquial románica dedicada a Nuestra Señora de la Asunción.
San Esteban de Gormaz es otro de los puntos de interés de esta ruta. A nivel artístico es muy importante dado que resulta más que probable que fuera aquí donde se edificara por primera vez una galería porticada románica, concretamente en la iglesia de San Miguel (a finales del siglo XI).  Esta iglesia es una pequeña construcción que en tiempos de la invasión almorávide obligó al rey Alfonso VI a fortalecer el Sistema Central. Existe otra iglesia románica en la población, situada en el extremo occidental de la antigua villa y en lo alto de un repecho, dedicada a Nuestra Señora del Rivero.
Entre la depresión del Ebro y la meseta castellana, tierra alta y fría, cuna del río Duero y crisol de la historia antigua y medieval de España, el paisaje soriano adquiere una personalidad muy acusada, de ahí que se convirtiera en fuente inagotable de inspiración para todos los poetas que de ella hablaron.
Escenario de una batalla tan famosa como discutida en la que, muy posiblemente, fue herido el caudillo musulmán Almanzor (que después moriría en Medinaceli), Calatañazor se recorta en el horizonte y surge ante el viajero como sumida en un profundo letargo, al igual que sucede con los pueblos que quedaron detenidos en el tiempo.
Después de Calatañazor, cuajada de historia y mil leyendas, el recorrido puede efectuarse sintiendo próximo el rumor de las aguas que llevan los afluentes del padre Duero.
Recónditos lugares con antiquísimas iglesias, campanarios, restos románicos a cada paso, pinares, pequeños torrentes... Todo un compendio que sume al viajero a través de una ruta sencilla y entrañable capaz de subyugarle con la magnitud del arte milenario que aglutinan algunos de sus pueblos medio olvidados.
Siguiendo el Camino del Cid, surge señorial y austera la silueta de la catedral de El Burgo de Osma, una de las sedes episcopales más antiguas de nuestro país y donde se guardan algunos de los mejores tesoros artísticos de la provincia. Su catedral, una joya artística, imprime majestuosidad a la villa y por su propia jerarquía y la profusión de obras artísticas que contiene es el mayor y más importante monumento religioso de la provincia.
Rebasando Alcubilla del Marqués y Navapalos, el Camino del Cid conduce a otro enclave de singular importancia en la historia del Campeador: la fortaleza de Gormaz, considerada Monumento Nacional desde 1931.
De origen musulmán, el castillo consta de dos partes diferenciadas por un foso. Al este se encuentra el alcázar, la torre del homenaje, la llamada “torre de Almanzor”, el aljibe y los aposentos califales. En la parte oeste existe una alberca para dar de beber a los animales y una gran explanada donde acampaban las tropas. Cuenta con una gran puerta que denota su origen islámico: la Puerta Califal.
El castillo de Gormaz se convirtió bien pronto en pieza clave para la defensa musulmana contra los reinos cristianos del norte y contribuyó a mantenerlos alejados de Medinaceli. Llegó a ser la fortaleza más grande de Europa en su época; con un perímetro amurallado de 1.200 metros, 28 torres y una forma muy alargada en dirección este-oeste. Su situación y excelentes condiciones de visibilidad permitían controlar una de las rutas de acceso hacia el norte y el río Duero. Fue una de las posiciones estratégicas más codiciadas por musulmanes y cristianos durante los siglos IX y X.
Después de que fuera tomada por Almanzor, permaneció en poder de los musulmanes hasta su conquista definitiva por las tropas cristianas en el 1060 por parte de Fernando I de León.
Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, fue señor de Gormaz desde 1087.
Siguiendo esta ruta a través de la España medieval, el Camino del Cid nos lleva hasta otra fortaleza de extraordinarias características: Berlanga de Duero.
Coronada por el magnífico castillo y sus murallas, una visita a este rincón soriano supone una incursión por la sobria belleza medieval. Importante enclave en su época, Berlanga también sufrió los avatares de moros y cristianos que batallaron por estas tierras, pasando el poder de unos a otros durante los siglos X y XI hasta ser reconquistada y nombrar como primer alcalde a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.
Esta localidad, que rezuma historia por calles, plazas y edificios, fue la primera de la provincia en merecer el título de Conjunto Histórico-Artístico.
Continuando hacia el sur, surgen en la ruta Brías, Abanco, Torrevicente, Retortillo de Soria y Romanillos, antes de entrar en Atienza, donde aguarda un merecido descanso al seguidor del Camino del Cid, a fin de planificar la siguiente etapa: Tierras de Frontera.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)