La presente edición de TIEMPO DE VIAJAR incluye dos interesantes reportajes: El primero de ellos dedicado a BRUJAS la ciudad belga conocida como la Venecia del Norte. En un segundo reportaje realizamos una interesante visita al PALACIO DE GOLESTAN auténtico esplendor persa en la capital iraní. Y en los Destinos Mágicos invitamos al lector a realizar un recorrido por la CRIPTA DE SAN ANTOLÍN maravilla visigótica del siglo VII, situada bajo la actual catedral de Palencia. Excelente el capítulo gráfico en la Galería de Fotos. http://info-tiempodeviajar.blogspot.com Adéntrate en las páginas de TIEMPO DE VIAJAR, donde siempre encontrarás reportajes, una amplia galería de fotografías, noticias, curiosidades y todo lo relacionado con el mundo del viaje y la aventura. Incluso tienes un contacto por si quieres formular alguna consulta.

COLMILLO BLANCO



EL MAYOR ÉXITO DEL MALOGRADO JACK LONDON

Colmillo Blanco hace penetrar al lector en el misterio de la vida de un animal extraordinario, y está considerada con toda justicia, como una de las novelas clásicas del gran escritor norteamericano. Las aventuras de un cachorro, mestizo de perra y lobo que no encontraba su lugar en ninguno de los dos mundos y al que parecía perseguir la desventura adonde se dirigiera, nos hace reflexionar sobre la crueldad humana, la hegemonía de los más fuertes y la despiadada lucha por la libertad. Si bien se considera en términos generales que es un libro pesimista, su tesis es la de que el ser humano no es bueno por naturaleza, y sólo los fuertes consiguen alzarse en la vida que es dura; estos seres serán los que pongan los cimientos para una sociedad más justa para todos.
Colmillo Blanco es el símbolo del conflicto humano entre la naturaleza y la sociedad, entre la libertad y la esclavitud, ilustrando en la oposición entre perros y lobos. Jack London no da respuesta sobre cual camino elegir. Colmillo Blanco elige vivir entre humanos, en cambio Buck, protagonista de otra de sus obras La llamada de la selva, siendo un perro doméstico decide, sin embargo, vivir entre lobos. Quizás esto viene a significar que cada uno de nosotros somos un perro y un lobo, dependiendo de las circunstancias.

UN PERFIL ATORMENTADO
Jack London nació en San Francisco (California) el 12 de enero de 1876 y, prácticamente, se educó por su cuenta. Hijo de una madre soltera y sin tener la certeza de quién pudo haber sido su padre (aunque hay versiones que indican que fue hijo del astrólogo William Chaney y que su verdadero nombre era John Griffith Chaney), fue criado por Virginia Prentiss, una mujer que se convirtió en su madre adoptiva. Al cumplir siete años, encontró la novela Signa de Ouída y tomó como referente a su protagonista, un niño campesino que, sin haber sido escolarizado, se convirtió en un famoso compositor de ópera.
London completó sus estudios de bachillerato mientras realizaba diferentes trabajos. Viajó a la costa de Japón en 1893 y, al regresar a su país, trató de ganarse la vida en un molino de yute y en una central eléctrica del ferrocarril, pero después de unirse a la marcha a favor del trabajo, conocida como “armada industrial de Kelly”, terminó convirtiéndose en un vagabundo. Precisamente ese modo de vida que decidió adoptar fue el motivo que lo llevó, en 1894, a pasar treinta días en la penitenciaría de Erie County en la ciudad de Buffalo.
Pero no siempre la vida de Jack London estuvo desestabilizada ya que, durante un tiempo, desempeñó las funciones de marinero. Con el vagabundeo en el pasado, quien supo ser un agitador político y desenvolverse como corresponsal de guerra, comenzó a asistir a la Oakland High School y a redactar artículos para la revista The Aegis. Por aquel entonces, el escritor publicó Typhoon off the coast of Japan, un libro basado en sus experiencias como marino.
En 1897, agobiado por problemas económicos, debió abandonar sus estudios en la universidad de California y viajó a Alaska, seducido por la fiebre del oro, circunstancia que casi le costó la vida. Allí vivió en una cabaña y se dedicó a explorar una mina en busca del metal precioso. Un año después, tras vivir múltiples aventuras contrajo escorbuto y regresó enfermo y fracasado a su casa, de modo que durante su convalecencia decidió dedicarse a la literatura. Un voluntarioso periodo de formación intelectual incluyó heterodoxas lecturas (Kipling, Spencer, Darwin, Stevenson, Marx, Poe y, sobre todo, la filosofía de Nietzsche) que le convertirían en una mezcla de socialista y fascista ingenuo, discípulo del evolucionismo y al servicio de un espíritu esencialmente aventurero.
Su experiencia anterior no le deparó mucho oro, pero sí el material suficiente para poder escribir. En el centro de su cosmovisión estaba el principio de la lucha por la vida y de la supervivencia de los más fuertes, unido a las doctrinas del superhombre. Esa confusa amalgama, en alguien como él que no era precisamente un intelectual, le llevó incluso a defender la preeminencia de la “raza anglosajona” sobre todas las demás.
Años después, su capacidad literaria le permitió alcanzar éxito popular con una colección de relatos titulada El hijo del lobo, a la que luego se sumarían obras como Niños del bosque, La llamada de la selva, El lobo de mar, Colmillo Blanco (su obra más famosa) y El pueblo del abismo, entre muchas otras.

UN TRÁGICO FINAL
Además de un prolífico escritor y lector empedernido, Jack London fue un hombre de acción y siguió trabajando en los oficios más dispares: se alistó en el ejército, fue pescador furtivo de ostras, surcó el Pacífico en un barco que se dedicaba a la caza de focas, etc.
En 1900 se casó con Bess Maddern, con la que tuvo dos hijos y de la que se separó después para casarse con su secretaria, Charmian Kittredge, junto a la que navegó por el Pacífico y los Mares del Sur a bordo del Snack y que le llevaría luego a escribir relatos basados en la cultura de la Polinesia.
Y es que, sin duda alguna, el gran amor del escritor fue el mar y por ello se embarcaba siempre que le era posible.
Fruto de su afán por vivir nuevas experiencias, compró un rancho en California, Beauty Ranch, un enorme territorio que se dedicó a explorar él mismo con su caballo, dedicándose también a la cría de animales y al cultivo de las tierras.
El 22 de noviembre de 1916, Jack London, quien llegó a ser el escritor más popular y leído de su tiempo, decidió terminar con su vida a los cuarenta años de edad, suicidándose mediante una sobredosis de morfina.