Con el inicio del tercer milenio de nuestra Era, la humanidad contempla el futuro con evidente preocupación.
A finales de octubre de 2011, la población mundial alcanzó la cota de los 7.000 millones (las tres cuartas partes corresponden a países subdesarrollados) y aseguran los expertos que en sólo 25 años la cifra puede doblarse.
El Instituto de Estudios Demográficos de Francia (INED) corrobora los datos de la ONU. Según sus cálculos, India acabará por sustituir a China como el país más poblado del mundo. Los chinos llegarán a tener una población de 1.345 millones de habitantes a finales del presente año, por 1.200 millones de indios, pero en 2050 las cifras se invertirán, siendo la India la que alcanzará previsiblemente los 1.692 millones. Asimismo, Nigeria se convertirá, según el INED, en el tercer país del mundo en población por delante de Estados Unidos. Y Tanzania será el que más crezca en números relativos -un 220%- pasando de 46,2 a 138 millones de habitantes.
Son muchas y muy diversas las amenazas que se ciernen en torno al género humano y muy en particular las derivadas de la superpoblación, siendo cada vez mayores las diferencias entre los países ricos y los pobres, lo que complica seriamente la existencia de éstos últimos, viéndose progresivamente marginados.
Los científicos han dado ya la voz de alarma. La aplicación de la biotecnología y los nuevos desarrollos químicos está experimentando un espectacular crecimiento en la producción de alimentos pero, a pesar de ello, millones de seres continúan muriendo por inanición.
El hambre, la miseria y la superpoblación suponen un auténtico cáncer para el llamado Tercer Mundo, países que están abocados a pagar las consecuencias de su cada vez mayor deuda externa, la dependencia que terminará por ahogarles definitivamente, no en balde son las grandes multinacionales las que controlan la producción de materias primas o recursos alimentarios (algodón, café, cacao, tabaco y té, entre otros). Los países pobres se ven poco menos que obligados a producir materias primas que les permitan captar el capital extranjero para poder enjugar su déficit y así, de esta forma, donde antes se cultivaban productos agrarios básicos para la subsistencia, en la actualidad los mismos se destinan exclusivamente a la exportación, dándose la terrible circunstancia de que, cuando los factores climatológicos son adversos y quedan totalmente arrasados sus cultivos (sequías prolongadas, lluvias monzónicas, desbordamientos de los ríos, etc.), entonces se ven forzados a tener que importar productos alimentarios considerados de primera necesidad, lo que viene a desnivelar aún más su deteriorada economía y mayor es su deuda con respecto a los países poderosos.
En otro orden de cosas, a lo largo de los últimos años viene experimentándose un auge del liberalismo a todos los niveles, lo cual sería perfecto si en el mundo, tanto países como personas, partieran de una auténtica igualdad de oportunidades. Lamentablemente no es así, el mundo no es ni igual ni justo para todos, el poder real sigue estando en manos de unas determinadas minorías y el mismo no es utilizado para bien de todos, sino egoístamente en defensa de los privilegios de unos pocos, los que controlan ese poder. Y son éstos precisamente quienes más hablan de libertad e igualdad de oportunidades.
Se vive con la convicción de que la esclavitud se abolió hace ya mucho tiempo y los regímenes feudales fueron algo exclusivo de la Edad Media, gozando todos de libertad e independencia en nuestro mundo de hoy, pero en realidad no se trata mas que de una farsa, un engaño que pretende ignorar lo que ha sucedido en la historia más reciente de la humanidad, no en balde fue precisamente la colonización la que creó el Tercer Mundo para que éste produjese las materias primas y trabajase en favor de los sectores más industrializados, o lo que es igual, la gran transformación de pueblos enteros ha servido para que, en lugar de favorecer sus propios intereses, éstos se pongan al servicio de otros.
Una vez desaparecida la igualdad de oportunidades, lo que realmente existen son países que controlan a otros y les mantienen en una posición de total dependencia, viéndose obligados a alimentarse simplemente de las migajas que caen de la mesa de los más influyentes.
INQUIETANTE INFORME DE LA O.M.S.P
Por otra parte, como una trágica derivación del crecimiento demográfico desproporcionado, el nivel de esperanza de vida no hace más que incrementar la presión sobre una población que cuenta cada vez con menos posibilidades de ejercitar su rendimiento laboral. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre el peligro de todo tipo de enfermedades, especialmente las infecciosas. En un informe publicado recientemente seis enfermedades causan el 90% de las defunciones por enfermedades infecciosas. La mayoría de las defunciones por enfermedades infecciosas - casi el 90% - están provocadas sólo por un puñado de enfermedades. La mayoría de ellas han sido azotes de la humanidad a lo largo de toda su historia, causando con frecuencia estragos en las poblaciones con más eficacia que las guerras. En la edad de las vacunas, los antibióticos y los progresos científicos teatrales, esas enfermedades deberían estar sometidas a control. Sin embargo, en los países en desarrollo siguen causando muertes en la actualidad a un ritmo alarmante. A veces, como los brotes recientes de gripe, provocan también tasas alarmantes de mortalidad en los países industrializados. No más de seis enfermedades infecciosas mortales (la neumonía, la tuberculosis, las enfermedades diarreicas, el paludismo, el sarampión y más recientemente el VIH/SIDA) provocan más de la mitad de todas las defunciones prematuras, causando sobre todo la muerte de niños y adultos jóvenes. Cada tres segundos muere un niño, en la mayoría de los casos por una enfermedad infecciosa. En algunos países, uno de cada cinco niños fallece antes de cumplir cinco años. Cada día mueren de paludismo 3000 personas, tres de las cuales son niños. Cada año, 1,5 millones de personas fallecen por tuberculosis y otros ocho millones son infectados por primera vez.
A pesar de que se ha logrado erradicar la viruela y se está a punto de eliminar la poliomelitis, la lepra o el tétanos neonatal, lo cierto es que la mitad de la población mundial está expuesta a enfermedades endémicas. Los antibióticos están siendo vencidos y resultan cada vez menos efectivos.
La propagación rápida de los virus y bacterias se ve favorecida siempre por el gran crecimiento demográfico, el empobrecimiento de la población, las deficientes condiciones sanitarias y también por los masivos desplazamientos de refugiados a causa de los conflictos bélicos. Además, las enfermedades infecciosas figuran también entre las principales causas de discapacidad.
EL ETERNO PROBLEMA DE LOS REFUGIADOS
Otro de los grandes problemas del Tercer Mundo, el cual repercute directamente en los países con mayor desarrollo, es el de los refugiados.
Las guerras, la degradación medio-ambiental, el hambre, las represiones políticas, problemas étnicos y religiosos, etc. provocan que alrededor de 100 millones de personas estén fuera de su país de origen, condenados a vagar por otras tierras en las cuales todo son dificultades para ellos, siendo expulsados y peregrinando, en suma, sin rumbo fijo, aparte de ser víctimas en la mayoría de los casos de una xenofobia e intolerancia cada vez más acusada.
Gentes que escaparon de la guerra en Afganistán, se refugiaron en Pakistán e Irán, encontrándose a su regreso con la revolución de los talibanes. Muchos son los palestinos que se desplazan por Oriente Medio a la espera de una solución para sus territorios que no se prevé ni mucho menos próxima. A principios de la década de los noventa, más de 300.000 personas huyeron de Birmania para refugiarse en Bangladesh, precisamente uno de los países más pobres sobre la tierra… y un largo etcétera. Un reciente informe de ACNUR revela que hay 42 millones de desarraigados en todo el mundo. El número de personas desarraigadas a la fuerza por los conflictos y la persecución en todo el mundo se situó 42 millones de personas a finales del pasado año, en medio de un brusco retraso en las repatriaciones y un mayor número de conflictos prolongados que generaron situaciones de desplazamiento prolongadas. Según el informe anual de ACNUR "Tendencias Globales", este total incluye a 16 millones de personas refugiadas y solicitantes de asilo y a 26 millones de desplazadas internas, desarraigadas dentro de sus propios países. El nuevo informe indica que el 80 por ciento de los refugiados en el mundo se encuentra en países en vías de desarrollo, al igual que la amplia mayoría de los desplazados internos - una población con la que la agencia de la ONU para los refugiados está cada vez más involucrada. Muchas de estas personas llevan años desarraigadas, sin una solución a la vista. Aunque la cifra de 42 millones de personas desarraigadas a finales de año representa un descenso de unas 700.000 personas respecto al año anterior, los nuevos desplazamientos en 2009 - no reflejados en el informe anual - han más que compensado este declive.
"En 2009, ya hemos observado numerosos nuevos desplazamientos, concretamente en Pakistán, Sri Lanka y Somalia", apuntó el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, António Guterres. "Mientras alguno desplazamientos pueden ser breves, otros pueden tardar años o incluso décadas en resolverse. Continuamos afrontando varias situaciones de desplazamiento interno a largo plazo en lugares como Colombia, Irak, República Democrática del Congo y Somalia. Cada uno de estos conflictos también ha generado refugiados que huyen cruzando sus propias fronteras".
Los países en vías de desarrollo albergaron el 80 por ciento de todos los refugiados, poniendo de relieve el peso desproporcionado que soportan aquellos que menos pueden permitírselo, así como la necesidad de ayuda internacional. Los principales países de destino de refugiados en 2008 fueron Pakistán (1,8 millones); Siria (1,1 millones); Irán (980.000); Alemania (582.700), Jordania (500.400); Chad (330.500); Tanzania (321.900); y Kenia (320.600). Los principales países de origen son Afganistán (2,8 millones) e Irak (1,9 millones), que general el 45 por ciento de todos los refugiados bajo la responsabilidad de ACNUR. Otros países de origen son Somalia (561.000); Sudán (419.000); Colombia, incluidas las personas en situación semejante a los refugiados (374.000) y República Democrática del Congo (368.000). Todo ello aparte de una cifra muy superior que sigue en paradero totalmente desconocido, huyendo del hambre y la muerte. Algo realmente aterrador.
CONSTANTE DEGRADACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE
La degradación medio ambiental tiene, asimismo, especiales repercusiones en el Tercer Mundo. La desertización de las selvas, el agujero de ozono, el efecto invernadero, los residuos nucleares y la desaparición de especies vivas están acabando con su entorno. Inquietantes informes de expertos en la materia ponen de relieve que antes de cumplirse otro siglo y a causa del aumento de las temperaturas y el derretido de los glaciares, el nivel de los océanos subirá de forma alarmante, sumergiendo a regiones y ciudades enteras.
Del mismo modo, muchos científicos ponen de relieve que, como resultado de la contaminación ambiental, el ser humano está evolucionando de forma muy distinta frente a las enfermedades, siendo víctima progresivamente de alergias atípicas y virus de extraños orígenes para los que la medicina actual no tiene respuesta alguna.
La pobreza que dejan atrás los múltiples conflictos bélicos arrastra a muchos países y a un continente entero como es África a una ruina ecológica total, pudiendo incluso peligrar el futuro de muchas reservas naturales.
En Asia y concretamente en el Tíbet se están cometiendo fragantes atentados por parte de China contra el medio ambiente. Los rigores del clima tan característicos de la tierra tibetana, están desapareciendo de forma progresiva. Cada año que pasa hace más calor en los altiplanos y la tierra se seca, amenazando con una fragante desertización.
Investigadores internacionales ya han dado la voz de alarma sobre la aparente fragilidad de algunas zonas. En el caso de que se continúen realizando actividades humanas, como viene siendo el caso desde hace un par de décadas, se perjudica muy seriamente el equilibrio futuro del medio ambiente en el territorio tibetano, no en balde la región del Tíbet está considerada por los especialistas como una de las zonas ecológicamente más frágiles del mundo y una de las más afectadas por el cambio climático. China sigue haciendo caso omiso a cualquier indicación por parte de los expertos internacionales.
Y mientras tanto, el tráfico de armas sigue alimentando todas las guerras que arruinan al Tercer Mundo. El 70% del presupuesto de la mayoría países africanos, por citar un ejemplo, se destina a la compra de armamento y un 30% del mismo procede de la Unión Europea. Occidente, después de vender y hacer fructíferos negocios, con evidentes dosis de cinismo desarrolla tareas humanitarias y acude a controlar y apaciguar los conflictos propiciados por las armas que surgen de sus fábricas. Algo realmente tan dramático como vergonzoso.
Desde el punto de vista estrictamente económico el panorama no es nada esperanzador, abriéndose un auténtico abismo que acrecienta las diferencias existentes entre las naciones ricas y pobres. Mientras la miseria se extiende y atenaza a buena parte de los países más desfavorecidos, economistas, sociólogos y observadores internacionales señalan que, curiosamente, el mundo se desplaza hacia el Pacífico, donde los "colosos asiáticos", China en primer lugar como líder comercial y financiero, e incluso se apunta que India, Singapur e incluso Corea del Sur, pueden convertirse en nuevas potencias a lo largo del siglo XXI, alcanzando un protagonismo comparable al de Estados Unidos o la propia Europa, no en balde más de la mitad de los habitantes del planeta vivirán en esta zona del continente asiático (aprox. unos 5.000 millones). Otros candidatos a sumarse a este carrusel de poderosos pueden ser Tailandia, el sultanato de Brunei o Indonesia.
Políticos e intelectuales estudian posibles soluciones para un futuro marcado por una economía global, aunque reconocen que la suerte que reserva este siglo que está a la vuelta de la esquina, como suele decirse, es una gran incógnita, una angustiosa incógnita.
Algunos sociólogos como el suizo Jean Ziegler han hecho hincapié, sin embargo, en que a pesar de haber perdido la batalla económica, el Tercer Mundo sigue siendo poseedor de unos valores culturales imperecederos. A la vez que los países más desarrollados tienen importantes carencias éticas, en el sentido y la alegría de la vida, amén de haber desaparecido en ellos aspectos tan importantes como el espíritu comunitario o la solidaridad, la población más pobre, por contra, conserva sus culturas con valores esenciales del género humano, por ello quizá haya que afirmar al respecto que, el Tercer Mundo sigue manteniendo la reserva espiritual de la humanidad y quien sabe si algún día, los grandes colosos económicos tengan que buscar la razón de vivir en los países marginados, menos favorecidos y hundidos en la miseria más absoluta.